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FORO CUBANO Vol 6, No. 66 – TEMA:  PROTESTAS EN CONTEXTOS AUTORITARIOS

Caso Hong Kong: el retroceso del derecho a la protesta 

Por:  Juan Sebastián Durán Goyeneche 
Abril y mayo 2024

En la historia de la humanidad, existen unidades políticas milenarias que han sido, o son, protagonistas de los grandes cambios a nivel político, social y económico. China es uno de esos Estados milenarios que han sido protagonistas de estas transformaciones, ya sea desde sus ricos antecedentes como imperio desde el 221 a.C. hasta la creación de la República popular en 1949 d.C., en la búsqueda de constante de dirigir a uno de los territorios más poblados del planeta. 

Hong Kong es una de las regiones más importantes de China desde la época imperial debido a su gran valor geopolítico, siendo la puerta del comercio entre el extremo oriente y occidente (Sánchez, 2012).  Durante el siglo XVI, este territorio representaba los principales intereses de las potencias europeas, en particular al Reino Unido, ante el potencial económico de China como consumidor y como productor de bienes que no existían en el viejo continente. 

Los intereses de las potencias europeas giraron hacia los puertos principales de China ante la creación de rutas comerciales propias, con el deseo de competir con el monopolio comercial de los musulmanes y los chinos bajo las conexiones terrestres que conformaban la “ruta de la seda”.  El imperio portugués fue el primero en establecer un centro de comercio en el gigante asiático con la conquista de la isla de Macao en 1557, pasando a ser el principal puerto de comercio de las compañías europeas, pero la centralización, el aislamiento y la barrera idiomática impuesta por el imperio generaron restricciones a la libertad de comercio.   

Los intentos por liberalizar el comercio en la región fueron insuficientes para un Imperio Chino que se encontraba en una situación política, militar y económica ventajosa, permitiéndole ser autárquico frente al mundo exterior (Sánchez, 2012). Sumado al problema de obtener productos chinos, se encontraba la venta de bienes de occidente dentro del país, debido a la mala reputación que tenía los funcionarios del imperio y los súbditos, lo cual afectó la balanza comercial de varios países de occidente. 

Para compensar este problema, el imperio británico comenzó a introducir opio de manera ilegal desde la India, generando un problema de salud pública debido a su alta adicción pero siendo rentable a nivel económico. Esto deterioró las relaciones entre ambos países, llegando a una intervención militar en donde China tuvo que capitular ante la superioridad naval británica en 1842, ante el miedo del avance de un país extranjero sobre territorios alejados del litoral, firmando el Tratado de Nankín de 1843. 

Como resultado, el Tratado de Nankín estableció a Hong Kong como un puerto libre y predispuesto como colonia ante la corona británica (Sánchez, 2012). Para los chinos significó un “mal necesario” ante la superioridad militar de Inglaterra en ese entonces, plantando las bases de recuperar la isla en un futuro. Sin embargo, para 1898 la política imperial decayó en favor de las potencias occidentales, teniendo que ceder más territorios, la apertura total del país a nivel cultural, religioso, político y comercial; alejándose de este objetivo durante los próximos 99 años. 

Con respecto a la figura de Hong Kong, esta fue sometida antes la leyes ya existentes en Gran Bretaña, basados en la sumisión de los ciudadanos al imperio de la ley colonial (Sánchez, 2012). Esto basado en la protección de la propiedad privada y la libertad individual, pero con restricciones para la formación de órganos gubernamentales autónomos para la toma de decisiones.  

Varios de estos órganos de representación se establecieron en el Consejo Legislativo para la discusión y aprobación de leyes coloniales sobre el territorio, su conformación en un primer momento estaba reservada a funcionarios británicos. Pero las reivindicaciones de los ciudadanos locales tomaron suficiente relevancia para obtener el nombramiento de personas ajenas al gobierno británico y personas locales, empezando de manera provisional pero con el tiempo la representación local fue en aumento en este órgano.

 

Con el fin de la segunda guerra mundial, el Imperio Británico se encontraba en una encrucijada en dos vías: el crecimiento de los sentimientos nacionalistas frente a la invasión japonesa en China y la concesión de territorios coloniales frente a la resolución 1514 de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Gran Bretaña tomó la decisión de otorgar una mayor autonomía de manera progresiva, frente a que no se encontraba en las capacidades logísticas ni económicas para mantener a la colonia frente a los grandes costos dejados por la guerra. Sin embargo, el triunfo de la revolución China estableció una amenaza de reintegración territorial por vías militares, realizando reformas que se alejaban del precepto original de otorgar mayor autonomía bajo el riesgo de perder el territorio.  

Esta amenaza no se limitó al sentimiento de la corona británica, sino tambien para la población local y las comunidades de refugiados que llegaron a la isla huyendo de la represión de Mao Zedong. Esto estableció un valor identitario alejado de las costumbres socialistas de la nueva China, un deseo propio de mantener las libertades y el imperio de ley pero con un deseo intrínseco de autogobierno (Sánchez, 2012). El destino de Hong Kong estaba entre una corona británica que no queria ver socava su legitimidad como potencia y una China, desconfiada, con deseos de recuperar la soberanía sobre sus territorios. 

Las conversaciones entre ambos Estados comenzaron en cuanto Deng Xiaoping inició sus procesos de reformas, conocido como “un país, dos sistemas”. Para los chinos, se estableció que Hong Kong era una región de China, por tanto, esperaban el traspaso de la soberanía total sobre el territorio, mientras que para los británicos la preocupación radicaba en las forma de gobierno, representación y aplicación de la ley (Sánchez, 2012). Para 1985 ambos gobiernos firmaron la Declaración Conjunta, la cual establecía el traspaso de la soberanía total a la República Popular de China para 1997, pero bajo un estatus diferente al de las provincias chinas. 

Para ello, se creó la figura de las “Regiones Administrativas Especiales”, estableciendo que Hong Kong contará con su propio poder legislativo, ejecutivo y judicial; junto a la herencia de las leyes hechas durante el periodo colonial. Sin embargo, el representante de la rama ejecutiva será nombrado por el gobierno en Pekín, mientras que el legislativo se establecieron elecciones democráticas con un sufragio limitado. Para China fue imperante mantener esta región en un control directo del gobierno central para opacar el crecimiento de deseos independentistas.  

Conforme a nivel económico y social, se mantuvo el mismo sistema impuesto por los británicos. Estableciendo por ley la garantía de derechos y libertades como la expresión, asociación, circulación, prensa, huelga, propiedad privada, religiosa, empresarial y de reunión. Esto como respuesta a las preocupaciones de los locales de regirse bajo los mismos estamentos de un régimen totalitario, lo cual cambiaría de manera abrupta el estilo de vida que llevaban desde finales del siglo XIX. 

El 1 de enero de 1997, Gran Bretaña devuelve la soberanía de Hong Kong a la República popular de China. Con ello, se mantiene un sistema frágil entre la autonomía, la democracia y la intromisión del gobierno de Pekín. Este territorio con milenios de historia y años en búsqueda de independencia se encuentra en medio de los deseos de un régimen totalitario de reintegrarlo totalmente a su territorio; resistiendo hasta agotar las medidas legales para pasar a la movilización social con los riesgos que esto supone a aquellos que deciden salir a la calle.

 

Conforme a ello,  primeramente se realizará una explicación del deterioro de la situación democrática y de garantía de libertades de Hong Kong. Segundo, se describirá los sucesos de protestas ocurridos entre 2019 y 2022 como respuesta por parte de la población, basados en las teorías de movilización social. En tercer lugar, se establecerá las acciones tomadas por el gobierno chino para deslegitimar los procesos de protesta. 

El fin de “un país, dos sistemas” 

Las condiciones del traspaso de la soberanía de Hong Kong dejaron varios vacíos frente a un sistema democrático moderno (Cha et al., 2018). La rama ejecutiva depende de un Comité Electoral, escogido desde Pekín, que establece a los nominados para ocupar el cargo. A su vez, el Gobierno Central aprueba o no la elección de un candidato, y de tomar las decisiones finales en cuanto se realice un juicio político. En pocas palabras, la población de Hong Kong refrenda la decisión del gobierno chino, más no se realiza un proceso legitimo de votaciones.  

Frente a la rama legislativa, esta tiene un grado de autonomía en tanto los locales puede lanzarse a competir por un escaño. Sin embargo, como menciona Cha (2018) el mecanismo de elección prioriza una minoría selecta y cercana al gobierno chino a través de dos métodos de circunscripciones para una misma elección, la primera, siendo un voto por ciudadano y la segundo por sectores corporativos previamente autorizados, algunos obteniendo la posibilidad de votar más de una vez. 

Con respecto a la rama judicial, esta se mantuvo como la rama con una independencia frente al ejecutivo de Hong Kong y ante Pekín (Cha et al., 2018). Esto permitió un rol crucial al momento de garantizar derechos y libertades plasmados en el acuerdo de traspaso de soberanía de 1997, estableciendo principios en el manejo de la justicia imparciales mientras no significaran un riesgo al estatus de “Región Administrativa Especial”. Muchos de estos principios se basaron el derecho occidental, como el habeas corpus, presunción de inocencia, derecho a la defensa, entre otros. 

Esta “estabilidad” se rompió en el año 2019, en cuanto el legislativo promulgó una ley para extraditar criminales pedidos en China, Taiwán y Macao. Para los ciudadanos de Hong Kong, esto significó una intromisión a la independencia judicial y la falta de garantías, debido a la falta de confianza en el sistema judicial chino para juzgar a sus ciudadanos (Laster, 2021). La ley de extradición fue vista como el inició de la intromisión de China en Hong Kong, debido a que funcionaria con fines políticos para arrestar a periodistas, defensores de derechos humanos u opositores políticos que se refugian en la isla. 

Sin embargo, este fue el casus bellis de un pedido más profundo por parte de los ciudadanos de Hong Kong, manteniendo las reivindicaciones hechas durante 2014 de otorgar a los ciudadanos una reforma electoral para implementar el sufragio universal (Osses Jaramillo, 2022). Para junio de 2019, más de un millón de personas salieron a las calles exigiendo el fin de la ley de extradición y el inicio de reformas democráticas; el movimiento estaba impulsando, en su mayoría, por estudiantes universitarios y personas jóvenes, números similares a las protestas de Tiananmen principios de los noventa. ¿Cómo fue posible movilizar a una gran cantidad de personas con fines políticos? 

Según Tarrow (1997) los movimientos sociales de esta índole es una asociación colectiva de individuos diferentes pero coordinados bajo un objetivo en común. Diferentes, en tanto, cada ser humano tiene sus propios interes, los cuales en contextos coyunturales, son capaces de alinearse para conseguir demandas de una agenda política en específico. Este proceso se denomina “acción colectiva” bajo condiciones específicas. 

Estas condiciones son la explotación de un recurso denominado “ventanas de oportunidad”, situaciones coyunturales en donde los ciudadanos deciden racionalmente movilizarse, bajo el precepto de sacar ventajas personales, razones económicas, compromiso o deseo de participación social  (Tarrow, 1997). Para el caso de Hong Kong, los ciudadanos decidieron manifestarse ante el riesgo de perder las libertades y derechos que obtuvieron desde finales del siglo XIX, representado bajo la legislación de la ley de extradición como un comienzo sin retorno de la intromisión de un régimen totalitario. 

Durante los primeros días, los manifestantes se centraron en evitar la discusión y aprobación de la ley, protestando enfrente de edificios gubernamentales, en especial la sede del legislativo. Las manifestaciones fueron tornándose violentas, dando un resultado de 6.000 detenidos, entre ellos menores de edad, y 1.500 heridos durante el mes de julio (Liy, 2019).  La represión policial aumentó durante los siguientes meses, aumentando la movilización ante el homicidio de una manifestante durante finales de ese año. 

Las demandas pasaron más allá de evitar la entrada en vigor de la ley de extradición, estableciendo cinco objetivos: derogación total de la ley de extradición, inicio de reformas democráticas, liberación de los manifestantes, fin de la criminalización de la protesta y apertura de una investigación independiente sobre el accionar de la policía (Liy, 2019). Estas demandas se extendieron durante los próximos dos años que duraron las protestas, bajo la presión de los manifestantes y la

comunidad internacional para conseguirlas. 

Usualmente, los procesos de movilización sociales empiezan a decaer con el tiempo debido a la falta de recursos para mantener a la población en la calle, el incremento de la violencia y el medio a las acciones en represalias (Tarrow, 1997). Sin embargo, el caso de Hong Kong logro extenderse debido a utilización de las redes sociales como mecanismo de coordinación, concientización social y medios alternativos de información aparte de los tradicionales. 

Las redes sociales en China son inusuales, debido al gran control que tiene el gobierno sobre estas mismas. Plataformas como Weibo fueron utilizadas por el gobierno chino para deslegitimar las protestas y bajar publicaciones por parte de los manifestantes prodemocráticos (Osses Jaramillo, 2022). Sin embargo, las leyes de Hong Kong permitían el uso de otras redes sociales como Facebook, Instagram o de comunicación como WhatsApp, siendo a través de estas los medios de coordinación por fuera del control gubernamental. 

Para ello, se utilizaron estrategias como el uso de figuras históricas como Mulán bajo hashtags como #BoycottMulan o #BanMulan utilizados como medios de sabotajes para el estreno de dicha película en 2020 en medio de la coyuntura de las manifestaciones (Osses Jaramillo, 2022). El uso de figuras culturales generó la participación activa de los ciudadanos dentro de internet, manteniendo viva las manifestaciones a pesar de las restricciones impuestas por el covid-19. 

Según Laster (2021) los manifestantes prodemocráticos utilizaron el “framing” para la construcción de un significado compartido entre individuos diferentes a través de medios informativos, en este caso, las redes sociales. Esto tuvo unos muy buenos resultados, debido al aprovechamiento y creación de narrativas ante las acciones de represión del gobierno, convenciendo a la población de salir a la calle para salvar y expandir la democracia ante un momento de riesgo de perderla totalmente por parte del gobierno en Pekín. 

Los logros por parte de los manifestantes fue evitar la aprobación de la ley de extradición y el triunfo a nivel elecciones municipales. Las elecciones dejaron un triunfo de 387 concejales prodemocráticos escogidos frente a un total de 452 en los 18 distritos que tiene Hong Kong (BBC News Mundo, 2019). Aunque los concejales tienen una toma de decisiones limitada a asuntos locales, el resultado fue especialmente narrativo y simbólicos, demostrando el descontento con el gobierno chino.  

Sin embargo, la criminalización de la protesta fue en aumento durante 2020 y 2021, utilizando el poder judicial, las fuerzas de seguridad y la comunicación política para este cometido. Esta última fue la más importante, debido a que se intentó crear una narrativa de “terroristas” a los integrantes de las manifestaciones y la injerencia extranjera que amenazaba la existencia de la República Popular China. En su mayoría, se utilizaron los medios de comunicación estatales con el fin de utilizar propaganda como la injerencia del gobierno de los Estados Unidos en las protestas (Laster, 2021). Por ejemplo, se argumentó a través de medios digitales que los manifestantes estaban utilizando equipos dotados por el ejército del país norteamericano. 

La estrategia del gobierno pasó a desmontar el involucramiento del gobierno chino, utilizando al gobierno local como chivo expiatorio (Laster, 2021). Esto utilizando la jurisdicción de terceros, en este caso el gobierno local, en el manejo de la policía o incluso en la legislación de la ley de extradición. Sin embargo, la sombra del gobierno chino no logró desaparecer para el pensamiento de los ciudadanos de Hong Kong, demostrando la persistencia en las manifestaciones y las elecciones locales en donde los partidos pro-chinos salieron derrotados. 

Para finales del año 2021 las protestas estaban a nivel de dispersión significativo debido al agotamiento por parte de la población al no conseguir los otros cuatro objetivos y el aumento significativo de la represión. La represión funciono a través de medios coercitivos judiciales y digitales, en tanto, se promulgo una ley de seguridad nacional en donde no solo se criminaliza la protesta sino tambien el uso de las redes sociales, ocasionado la suspensión de los servicios de empresas como Google, Tik Tok y Meta como un ejercicio de censura digital.  

Mientras, los lideres de las manifestaciones han huido o fueron encarcelados bajo la nueva ley, mientras el gobierno en Pekín modificó las leyes electorales con el fin de expulsar a la oposición de los órganos de legislativos (infobae, 2021). Otros sectores fueron atacados, como el caso de los cierres de medios de comunicación, la disolución de sindicatos y organizaciones a favor de la democracia . 

Conclusiones 

El gobierno chino ha sido más proactivo al momento de adaptarse a la movilización social coordinada desde las redes sociales. Esto utilizando los mecanismos usuales, como la represión física y judicial, junto a técnicas de desconstrucción de la narrativa prodemocrática. Esto sumado al cierre de los espacios de discusión pública a nivel gobierno, referente a espacios de toma de decisiones, y por parte de la sociedad civil. 

La República Popular China ha sido más inteligente en combatir las nuevas tendencias de movilización social, a diferencia de sus homólogos como el caso cubano. La manifestación social iniciada en 2019 presentó una ventana de oportunidad para el gobierno en Pekín para absorber al país como una provincia y poner fin al régimen especial.  

El destino de Hong Kong parece incierto, en tanto, se destruyeron los pilares que iniciaron el proceso de manifestaciones en 2019. A nivel internacional, el uso de la propaganda china dejo a la discusión del futuro de la isla fuera de la agenda del sistema internacional; sumando a otro tipo de problemas como Palestina, el conflicto en Ucrania o la situación entre China y Taiwán. 

Es claro los retos para los habitantes de Hong Kong para lograr manifestarse han sido limitados de una manera progresiva ante el riesgo de independencia o pérdida del control por parte del régimen totalitario chino. Ahora, la isla se encuentra en riesgo de perder la totalidad de su autonomía, que habia sido heredada por parte d Gran Bretaña en 1997. 

El movimiento prodemocrático de Hong Kong, probablemente, volverá a la calle ante el territorio ganado por parte de Pekín. Sin embargo, las garantías para la protesta no estan dadas, ni siquiera a nivel digital, los riesgos son altos para aquellos que decidan salir a movilizarse.   

Referencias:

BBC News Mundo. (2019). El abrumador triunfo de los candidatos que apoyan las protestas en las elecciones de Hong Kong (y qué tan importante es esta victoria). BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-50546443 

Cha, P. C. H., Ponce de León Solís, V., Cha, P. C. H., & Ponce de León Solís, V. (2018). La búsqueda de la democracia en Hong Kong: ¿un caso de Realpolitik o un conflicto de Doctrina Constitucional? Estudios constitucionales, 16(2), 403-448. https://doi.org/10.4067/S0718-52002018000200403 

infobae. (2021, diciembre 29). 2021, el año en que China desarticuló la democracia de Hong Kong e instauró la represión como método contra cualquier disidencia. infobae. https://www.infobae.com/america/mundo/2021/12/29/2021-el-ano-en-que-china-desarticulo-la-democracia-de-hong-kong-e-instauro-la-represion-como-metodo-contra-cualquier-disidencia/ 

Laster, N. M. (2021). La batalla por Hong Kong. 

Liy, M. V. (2019, diciembre 28). Hong Kong, crónica de una rebelión. El País. https://elpais.com/elpais/2019/12/23/eps/1577098956_127194.html 

 

Osses Jaramillo, V. (2022). ‘Nos vas a brindar honor’: Convergence culture y la apropiación de Mulán en el marco de las protestas de Hong

Kong 2019 -2021. https://bdigital.uexternado.edu.co/handle/001/13171 

 

Sánchez, S. M. (2012). Hong Kong: De colonia británica a región administrativa especial de la República Popular China. Revista de las Cortes

Generales, 189-229. https://doi.org/10.33426/rcg/2012/87/640 

 

Tarrow, S. (1997). El poder en Movimiento, Los Movimientos sociales, la acción colectiva y la pol´ıtica. 

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