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FORO CUBANO Vol 3, No. 22 – TEMA: ARTE Y LITERATURA –

Cuba en los tiempos de la revolución: Un mismo discurso, diferentes realidades

Por: María Bárbara Aragón Conejo*

Julio 2020

Vistas

*Licenciada en Relaciones Internacionales por el ITESO

Hablar de Cuba no es una labor sencilla, pues nos vienen a la mente un sin fin de ideas. Desde un surrealista y pintoresco país para vacacionar -que vive congelado en el tiempo-, pasando por una imagen de Che Guevara o Marx -y con ellos un ideal utópico- hasta la percepción de un país que vive en el socialismo. Un sistema político-económico, del cual conocemos muy poco la mayoría de quienes vivimos en sociedades diferentes, conectadas a la “aldea global”.

    

Cuba, en todos los sentidos, nos plantea un reto de análisis; en lo político nos cuestiona el papel y la factibilidad del socialismo; de pasarlo de la teoría a la práctica y cuales han sido sus retos, errores y aciertos como un sistema político.  En lo económico, cual es su capacidad para cubrir las demandas alimenticias y los gastos corrientes del país, como ha podido sustituir importaciones y mantener relaciones comerciales internacionales. 

 

Si vemos de cerca Cuba, hallaremos una estructura compleja, pues si bien constitucionalmente su base es el comunismo y socialismo marxista; diversos análisis nos hablan de otra realidad. Donde la desigualdad y recursos de poder en manos de la burocracia cubana, supera a lo que posee el resto de los habitantes. Por tanto, este texto adelantará unas reflexiones, usando como herramienta al postmodernismo, esencialmente lo discutido por Baudrillard y Lyotard. Desde ahí procuraré una interpretación y comprensión de la historia, presente y futuro de la República de Cuba.

Qué enfoques, qué realidad

Antes de comenzar con nuestro análisis y compendio de la historia económico político de Cuba, creo que es interesante resaltar que el simple hecho de analizar el marxismo desde una postura posmodernista, será como intentar mezclar agua y aceite. Ya que, por nombrarlas de cierta manera, ambas son "teorías” -recordemos que el posmodernismo desde su concepción está precisamente en contra de la teorización- antagónicas. De ahí que analizar el orden vigente en Cuba desde el posmodernismo inspirado por Baudrillard y Lyotard, podrá ser un desafío. Procurando realizar una crítica reflexiva y pertinente de la actualidad, intentando una interpretación acerca de si el socialismo marxista es opción factible a imitar por otros países periféricos. Y si con esta doctrina podemos asegurar el desarrollo de las comunidades que aún se encuentran en vías de desarrollo.  

  

Para iniciar el estudio de la realidad cubana creo conveniente definir los conceptos principales que se estarán utilizando en este trabajo como marxismo, socialismo, posmodernismo y metarrelato, con la finalidad de entender de manera acertada y menos compleja el ensayo a desarrollar. El socialismo marxista podemos definirlo como una ideología política y económica que se declara en contra del capitalismo, con la premisa de la eliminación de las clases sociales buscando la igualdad social y económica para todos los individuos. Sin embargo, podremos ir viendo a lo largo del texto que es un concepto que resulta algo utópico y complejo de realizar debido a la complejidad de la satisfacción de las necesidades humanas, el sostenimiento de la económica interna y el balance que debe de existir entre las políticas internas y las externas, sin que la estructura básica de la ideología principal se vea fragmentada.  

  

Sobre la posmodernidad más que una etapa teoría, como mencioné anteriormente, es una ruptura, me gusta llamarlo “un no concepto”, “un imaginario futuro”, una indicación que vamos más allá de la modernidad, es una condición/estadio humano, donde está la muerte del ideal humano, y se busca la verdad por medio de la deconstrucción de los metarrelatos, la filosofía moderna y la actualidad. En el posmodernismo, planea dar un giro de conciencia al individualismo, al nihilismo y al escepticismo, es por tanto que duda de una verdad universal o metarrelatos; y por el contrario apoya los microrelatos, las pequeñas narrativas; los cuales son pequeños fragmentos historias, de realidades, de partes que nos van formando, que se van uniendo para crear un todo; por tanto podemos reafirmar o concluir que los metarrelatos son la crónica de un hecho o relato histórico tomado como verdad universal, que el modernismo toma como base, esquema o fundamento (sobre todo con la ayuda de la comprobación de las ciencias duras) para dar soporte a ideas, creencias u objetivos; en pocas palabras podríamos decir que es un relato que da sentido a todo.  (Lyotard los consideraba totalitarios).    

  

Es esta disconformidad tan descomunal, que precisamente nos invita confrontar el posmodernismo y el marxismo socialista cubano; como “teorías” perfectas para cuestionar el trabajo de una frente a la otra. Así mismo, es necesario considerar que la postura en la que ha sido escrito el ensayo tiene el arraigo a una cultura capitalista y de consumo, sobre la cual, la visión para hacer los juicios al socialismo, se podrá ver en ocasiones influenciada por esta corriente político-económica, pese al gran interés de observar la temática objetivamente, sin embargo, las cargas ideológicas pueden llegar a obstruir el pensamiento crítico.   

  

Como hacía mención en un principio, Cuba, posterior a 1959 optó por un sistema socialista, contrario al capitalismo como sistema político y económico, debido a que lo consideraban un sistema basado en enriquecimiento de unos cuantos, dejando al resto de la sociedad en la desigualdad y la carencia. Pero ¿será acaso que los contados países socialistas que han existido tienen la respuesta para la igualdad social, la erradicación de la pobreza y el desarrollo social? Quizá con el análisis que hagamos al caso de la República de Cuba, nos ayude un poco a entender si realmente es el socialismo el camino o si necesitamos otras estrategias para lograr el desarrollo, progreso y la igualdad social y económica.  

 

De 1959 a la caída del muro de Berlín, Cuba poseía, hasta cierto punto, estabilidad y privilegios debido a la alianza que formaba con la Unión Soviética y el resto del bloque comunista. Tenía diversos tratados económicos que lo ayudaban a fortalecer y sostener su economía de manera sólida. Sin embargo, a partir de 1989 perdió la mayoría de sus redes comerciales, debido al fin de la Guerra Fría y la decisión de los países socialistas de convertirse en capitalistas. Esta gran transformación mundial, llevó a Cuba a reacomodar sus exportaciones, producción e incluso gasto doméstico para poder sobrellevar la crisis y equilibrar la economía del país, sin tener que mutar al capitalismo como el resto de los países socialistas. Hizo reformas, las cuales pareciera que sigue desarrollando para adaptarse a la comunidad internacional, en cuestión de apertura de mercado y cambios en su sociedad. Incluso, en 1992, el gobierno de Cuba tuvo que hacer una gran reforma constitucional para la realización y reformulación de las funciones estatales, flexibilizando su estructura económica respecto al diseño marxista original. 

 

Un cambio que trajo consigo la reestructuración fue en la política monetaria, a partir de 1994, creando consigo la Sociedad Mercantil Cubana Casas de Cambio S.A. A partir de ahí se intentó crear una divisa interna -a medio camino entre el dólar y la moneda nacional- con la intención de proteger su mercado y patrimonio. Esto lleva a Cuba contar con dos monedas: el peso cubano -con el que se paga a la mayoría de la población- y el peso cubano convertible: actualmente se necesitan 25 pesos cubanos para obtener 1 peso cubano convertible. Siendo una diferencia extensa, entre las monedas, es cuestionable como ha podido beneficiar el tener dos monedas con una denominación tan distante una de otra. Sin embargo, para el próximo año, 2021, se ha declarado que las dos monedas terminarán unificarse. Por lo que cuba sólo contará con un tipo de cambio, el peso cubano, dejando el peso cubano convertible de operar dentro de una transición cambiaria proteccionista que duró poco más de 25 años.   

  

Aunque eso se hizo con la finalidad de proteger la estabilidad socioeconómica de su población, cabe resaltar que los residentes cubanos, al igual que en la mayoría de los países en crecimiento, dependen de las remesas de sus migrantes para lograr una economía más sólida. Pues las actividades económicas propias del país, como lo son la agricultura y el turismo, se ven limitadas y sufren estancamientos como resultado de deformaciones económicas propias y el impacto de los vínculos internacionales. Cuba ha tratado de diversificar sus mercados más allá de la ideología: actualmente, entre sus principales socios comerciales se encuentran China, Venezuela, México, Argentina, Vietnam y Canadá; con los cuales cuenta una larga tradición de intercambio mercantil.  

  

Otro contratiempo de las exportaciones cubanas es que los países con los que mayormente realiza sus transacciones comerciales, son inestables. Por un lado Venezuela; la cual cuenta con un historial de crisis y sus ciudadanos, al igual que en Cuba, también sufren por satisfacer sus necesidades básicas debido a la escases y la debilidad en la que se encuentra la economía de este país. Por otro, China, a pesar de ser el dragón asiático y uno de los países más poderosos del mundo, este año, por primera vez en la década podría no tener un crecimiento económico. Ello pegará duramente a los ingresos nacionales cubanos. Pese a ser un estado socialista, Cuba depende significativamente de las exportaciones que realiza, de la oferta y la demanda de sus productos por parte de los países con los que mantiene relaciones comerciales.

  

Junto con el complejo sistema monetario mencionado, el peculiar modelo económico que ha mantenido, ha permitido a Cuba gozar de cierta (precaria) estabilidad económica, he incluso logró una reducción de la desigualdad que se presentó como consecuencia de la caída del muro de Berlín. Cuba tenía para 2002 un índice de Gini de 0.38; por debajo de países capitalistas con un Producto Interno Bruto superior al de la isla; incluidos México y Estados Unidos. Así, Cuba, mantiene a su población en una situación de igualdad en ingresos. Sin embargo, no podemos asegurar lo mismo en cuestión de su ingreso per cápita, lo que nos deja el gran cuestionamiento constante de si la igualdad de salarios es sinónimo de calidad de vida, al mismo tiempo que de garantía de goce de derechos y oportunidad de crecimiento.   

  

En este sentido, Cuba, ha llegado a ser celebrado internacionalmente por la capacidad de garantizar los derechos de su población. En cuanto a educación y servicio de salud, se preocupó por brindar un servicio incluyente y gratuito para toda la población. Pero en el caso de la alimentación, para poder brindar subsistencia al total de la población, ha sido necesario recurrir al racionamiento de la comida.

  

La educación es obligatoria desde temprana edad, todos los niños están comprometidos a asistir, los padres deben de cooperar en las actividades escolares; al ser gratuita, la comunidad coopera para el aseo y mantenimiento de la escuela; así mismo, los padres de familia deben de asistir a la escuela para padres.  Así  mismo, ligado a este beneficio, de la gratuidad en la educación, es responsabilidad de los alumnos graduados, brindar servicio social, lo que permite seguir apoyando y permitiendo que otras personas tengan  posibilidades de estudiar y de recibir servicios a cambio. Sin embargo pese a esto, a que la educación en este país es gratuita y disponible para todos los ciudadanos, hay análisis que indican que dicha educación es un recurso estratégico para mantener a la población presa de la manipulación.

  

También cabe señalar que como cualquier otro país, cuando su economía se ve afectada, cualquier sector internamente lo hace, es en este sentido, que será necesario señalar que durante este 2020 pero sobre todo, el próximo año 2021, es posible que como el resto del mundo, Cuba sufra una caída económica debido a la actual pandemia, por tanto se prevé una afectación parecida a la que tuvo en el 2008 como resultado de la crisis financiera originada en EEUU y que dio como resultado un deterioro en los servicios de salud y educación, así como una caída el valor de las pensiones. Justo aquí, es donde el metarrelato acerca de la educación y seguridad social cubana, parecen esfumarse ya que nos deja ver que Cuba no tiene las herramientas suficientes para avalarse y soportar las crisis económicas mundiales por si sola, carece de herramientas propias, como indicaría el discurso socialista marxista que debería de poseer para su propio sostenimiento y sin embargo,  con cada adversidad mundial, sufre una gran sacudida y su estabilidad perjudicada.  

  

Es así que leer los metarelatos, de la ideología cubana después de la caída del muro de Berlín, es leer discursos que parecen estar congelados, así como las imágenes de sus calles, sus autos, su arquitectura, monumentos e incluso de los personajes que transitan por sus calles. Analizar los discursos políticos castristas -ya sean de Fidel y después de Raúl- y contrastarlos con las estadísticas revela un sentido distinto al de continuar persistiendo con la resistencia de tantos años. Respecto a los males que aquejan a la isla, se sigue culpando de ellos al capitalismo y por otro lado ocultando indicadores que puedan informar a la población del crecimiento real y el estatus de desarrollo del país. Esto lo pudimos comprobar, puesto que al consultar la página oficial de la Oficina Nacional de Estadística e Información de la República de Cuba no fue posible encontrar datos de los censos actualizados y mucho menos datos referentes a las cuestiones económicas. Así mismo podemos observar que ni el Banco Mundial, ni otros organismos internacionales, cuentan con datos para poder analizar la realidad económica del país. Y no tan solo económica, tampoco podemos encontrar información actualizada en cuestiones de salud, educación ni vivienda; la forma de llegar a ella es por medio de analistas políticos y académicos, pero por parte del gobierno, no proporciona dicha información, por lo cual, el discurso socialista marxista cubano es bastante cuestionable.  

  

Dadas estas circunstancias, y considerando que se nos señala que “la gran narrativa de lo social que encuentra su apoyo y justificación en las ideas del contrato racional, la sociedad civil, el progreso, la producción es algo que existió alguna vez” (Ritzer, 2000:568), Cuba pareciera un ejemplo vivo de un metarrelato que en algún instante se creó.  En este sentido, el país es el ejemplo más claro de lo que los discursos hacen a la sociedad, de cómo los lideres pueden llegar a manipular, o cambiar el sentido de la información, para mantener un orden. En este caso, un sistema político-económico que ha permanecido por años, pese al casi nulo crecimiento económico del país. El cual,  en cuestión de desarrollo, se ha quedado pasmado, sin movimiento, sin cambios; incluso, parece inerte, inmóvil, sin vida, si se ve el gris de sus calles, presente en sus edificios. Sin embargo, dichos discursos expresan la articulación acertada e impecable del discurso político, siendo que por años los ciudadanos se han mantenido fieles a sus gobernantes.

  

Durante la revisión bibliográfica realizada para este texto, nos hemos percatado que durante 40 años la retórica discursiva ha sido la misma. Es nuevamente allí donde los posmodernistas podrían cuestionar acerca de esa aparente verdad universal que los gobernantes cubanos transfieren a la población. La cual parece no darse cuenta que se encuentra dentro de un mundo completamente diferente a lo señalado en el discurso político, parecen no percatarse que viven en una realidad donde la economía se encuentra pausada y con un crecimiento altamente limitado. Pues a pesar de que Estados Unidos abrió la posibilidad de negociaciones con Cuba, el freno socialista impide que la economía pueda expandirse más allá de lo establecido por el Estado, dejando a la población estancada en un crecimiento hipotético, un sueño imaginario de Fidel Castro.

 

Durante  unas cuantas décadas, mientras la URSS florecía, pudo verse un destello de visión, donde la igualdad reinaba en el país, hacerse realidad, sin embargo, ese proyecto, se vio gravemente afectado en la caída del muro de Berlín. Y los gobernantes cubanos no han mostrado la capacidad de dar ese brinco fuera del marxismo y proponer una mirada alternativa intentando conservar los ideales socialistas. Siguen estancados y aferrados a un ideología que en este momento de la historia podríamos declarar caducada. Ya Baudrillard, en su obra “El espejo de la producción”, nos comenta lo es imposible de, en esta época, simpatizar con la ideología marxista. Cuando las condiciones de vida ya no son las mismas, y el discurso revolucionario ya no está presente en la realidad global actual.  

  

Así mismo, las críticas que académicos, organizaciones internacionales y opositores realizan al actual gobierno, es que esa aparente obediencia, realmente no es más que una forma de mantener sumisión del pueblo. Incluso tras la apertura mostrada por Barack Obama, se sostuvo la dualidad discursiva del gobierno de Cuba, pues mientras por un lado muestra a su población el metarrelato de la igualdad marxista, por el otro a la élite se enfoca a una estrategia de mantener la supremacía del poder e incluso, incursionar con éxito en una sociedad de consumo, a diferencia del resto de la población cubana, que vive en condiciones complicadas. Así  

    

La anunciada normalización no se ve acompañada de procesos de empoderamiento ciudadano y cambio democrático, proseguirá́ la marcha triunfante del capitalismo autoritario (conjugando la retórica comunista y la explotación voraz de los trabajadores) mientras sus élites (y asociados globales) podrán lucrar, reprimir y perpetuarse, con la venia hemisférica. Como China, Cuba tendrá́, en el mediano plazo, su autoritarismo colegiado, su burguesía roja, su internet con cortafuegos y su mercado sin república. Realidades para las que hoy, en un oscuro rincón de La Habana, se fraguan los cimientos. Corresponde, a los demócratas de dentro y fuera de la isla, imaginar y construir –con fórmulas de justicia social, pluralismo político y prosperidad económica– futuros alternativos para el pueblo cubano.  (Chaguaceda, 2015:38)  

  

  La elite cubana goza de experiencias de consumo fundadas en la posibilidad de decidir dónde invertir el dinero producido por el trabajo de los ciudadanos, a quienes se les retribuye muy poco. Esta llamada burguesía roja, incluso embona perfectamente con las características de la sociedad de consumo de Baudrillard; ya que como podemos observar, por más que obtengan dinero, solo forman parte de reproducción continua del capitalismo, extendiendose una desigualdad quizá imparable. Disfrutando de estilos de vida inalcanzables para la mayoría de los ciudadanos, a los cuales dicen proteger, creando jerarquías cada vez más marcadas. 

  

La situación también nos invita a reflexionar si realmente el gobierno siente el interés por brindarle a la población la posibilidad de crecimiento, pues a pesar de tener frente a sí oportunidades para estabilizar la economía del país; muestra indiferencia a tales propuestas, escudándose en su ideología. Entonces, ¿ideología para quién, si pareciera servir sólo para unos cuantos, y perseguir o mantener beneficios de la élite? Son varias las opiniones que nos sugieren que la población se ve afectada del monopartidismo, por una ideología marxista que no los deja crecer como nación,  niega  a sus ciudadanos las oportunidades para tomar decisiones en materia tanto de libertades que garanticen sus derechos o de mejorar su economía; como lo señala el Doctor Carmelo Mesa-Lago en el periódico el país:  

 

Se culpa al embargo estadounidense por estos problemas. Esto era cierto hace 25 años, pero Cuba tiene ahora comercio con al menos 80 países, incluyendo EE UU, así como inversiones de múltiples naciones…pero la causa fundamental de los problemas ha sido la incapacidad para generar exportaciones que financien las importaciones esenciales; ambas han declinado en años recientes. 

  

Entre 2007 y 2018, Raúl Castro intentó resolver los problemas explicados con reformas estructurales orientadas al mercado, pero estas no tuvieron efectos tangibles debido a su extrema lentitud, desincentivos, impuestos y una reversión desde 2017. Tanto el nuevo presidente Miguel Díaz-Canel como la Constitución que se refrendó el 24 de febrero no cambian la esencia del modelo y el primero ha ratificado el continuismo. Una actitud absurda frente al colapso de la economía venezolana y el tambaleo de su régimen por la rebelión interna y la presión internacional. Una caída de Maduro agravaría aún más la actual crisis en Cuba. (Mesa-Lago, 2019) 

  

Cuba ha tenido distintas oportunidades de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, de ofrecerles no sólo igualdad en el discurso; una igualdad estancada, que se queda en la sobrevivencia sin darles una vida digna. La mayoría son ciudadanos que, por la edad, no podrá conocer lo que es una vida sin carencias, sin lograr la democracia está escrita en su constitución. Pues con sólo un partido político, no es posible hablar de democracia, cuando no hay adversarios políticos para la contienda de elecciones. Estos ejemplos son suficientes razones con las cuales, desde un enfoque posmoderno cercano a Lyotard y Baudrillard, demostrar que los metarrelatos no son posibles de sostener, perdiendo sentido y legitimidad el discurso marxista. Así,  la realidad cubana de los últimos años, muestra un país sin cambios notables ni progresistas, lo que se ve reflejado en  estas palabras de un académico cubano: 

  

La maraña que atenaza cualquier esfuerzo de cambio es resultado de los intereses creados a lo largo de tantos años. De tratar de sustituir las relaciones monetario-mercantiles por órdenes administrativas, siempre voluntaristas, de espaldas a la realidad. De una mentalidad arcaica que asume que Cuba tiene que ser compensada por atreverse a plantar cara a Estados Unidos, que busca acuerdos ventajosos una y otra vez para esquivar los problemas del modelo en casa, cuyas soluciones se posponen indefinidamente… Todavía se aspira a regresar a la burbuja social y económica en que vivía Cuba en la década del ochenta. (Torres, Sin permiso, 2019)

  

Con esas palabras, confirmamos que desde más de tres décadas, el pensamiento del gobierno cubano es una narrativa reiterativa, confusa e inestable; pero la situación de la población es claramente preocupante. Sobre todo a las próximas  generaciones no se les asegura un futuro de igualdad democrática, en el cual sus derechos sean respetados y una educación que no sea únicamente sea gratuita, sino de calidad, respetando una libertad de pensamiento que no se vea restringida al pensamiento marxista. A la luz del posmodernismo, las nuevas generaciones deberán generar un pensamiento crítico, apoyando un estilo de vida más saludable e integral. Nada de eso es posible hoy en Cuba.

  

A modo de conclusión

 

Como al resto de los países, con la situación de la pandemia mundial del COVID-19, la reestructuración de la política económica será obligatoria. De lo contrario, la República de Cuba entrará en una crisis mayor, que podría llevar a que una parte de la población que encuentre las herramientas, después de tantos años, para manifestar su hartazgo.

 

Para lograr la igualdad, el desarrollo y la libertad es definitivamente imperativo, en el caso cubano, deshacerse del metarrelato marxista revolucionario, ya obsoleto. Se ha demostrado que el socialismo no ha sido la respuesta para lograr la igualdad y terminar con la pobreza y la explotación de los individuos. Esto lo podemos observar en la historia por diversos movimientos y sucesos que van desde la primavera de Praga, la protesta en los astilleros en Gdansk y la revolución húngara. La historia demostró además que los lideres del socialismo marxista no se preocuparon por los derechos humanos en el más mínimo sentido, evidenciado con las masacres que se causaron defendiendo los ideales de “justicia e igualdad” que prometían a la sociedad. Se puede concluir que aquellos movimientos en contra del socialismo, se generaron debido al gran descontento de una población que no era realmente participe de la toma de las decisiones de la sociedad, presa de un concepto de “igualdad social” quedó exactamente en eso: en un ideal incapaz de trascender los textos de Marx.

 

Con esto podemos comenzar a concluir nuestro viaje por una isla que simulara una novela de realismo mágico. Cuba no parece respetar el orden del tiempo, su evolución pareciera no tener orden lógico. Después de varios años de socialismo, el discurso de sus gobernantes ha caducado, que ya no tiene cabida en esta realidad. Es necesario cambiar de estrategia: la parte del  relato donde  se aseguraba que los ciudadanos podrían tener una vida digna y un futuro sin preocupaciones, tiene bastante tiempo siendo palabras vacías ante los ojos de una población cada vez más cansada y debilitada. Para los ancianos pobladores, muchas promesas quedaron, después de la caída del muro de Berlín, en el recuerdo; pero para las generaciones siguientes, esas palabras no llegaron a tener jamás sentido.

 

Es necesaria una educación libre, sin imposiciones, que promueva el razonamiento crítico en Cuba y en cualquier país del mundo. Es precisa para promover la igualdad, la justicia social, la economía abierta. No se pueden brindar conceptos que no logran ser materializados ni corresponden a la realidad. La libertad de decisión para la educación es el mayor indicador  de desarrollo, pues no sólo nos habla de que se tiene la posibilidad de estudiar, sino que también nos indica que las otras necesidades básicas (como alimento, vestido, techo) están cubiertas demostrando que su preocupación no está centrada en problemas de sobrevivencia diaria. Así que esperemos que el futuro que le espera a Cuba tomado con mayor seriedad y se analice a profundidad, para no volver a caer en el círculo interminable del metarrelato castrista. 

 

Referencias

 

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