FORO CUBANO Vol 4, No. 35 – TEMA: REFLEXIONES DE LA GUERRA FRÍA–
De Solzhenitsyn a Padilla, o sobre el socialismo en contra de los intelectuales
Por: Lina María Muñoz
Agosto 2021
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Con le llegada de la Guerra Fría y el advenimiento de las tensiones bipolares, desde la Unión Soviética y Cuba se llevaron a cabo estrategias para mantener el statu quo, aquí un abordaje de como lo antisoviético y lo antirrevolucionario sirvió de justificación para la persecución a intelectuales que desafiaron lo establecido.
En septiembre de 1945 finalizaba la Segunda Guerra Mundial y se abría paso a un periodo que duraría cerca de 45 años; la Guerra Fría se imponía y empezaba a reflejar las tensiones propias del mundo bipolar. En febrero de ese mismo año, mientras los aliados se imponían sobre las potencias del Eje y se aproximaba el fin de la guerra, un oficial de artillería del ejército ruso era detenido por haber criticado la gestión de Iosif Stalin y su forma de dirigir la guerra, la policía lo arrestó tras interceptar algunas de sus cartas en donde no sólo se criticaba al dictador, sino que además se insinuaba la necesidad de transformación del régimen. Este oficial de artillería, quién sirvió en el Ejército Rojo desde 1941 fue acusado de promover propaganda antisoviética, por lo cual fue condenado a ocho años de trabajos forzados, los cuales pasó en diferentes localizaciones de la Dirección General de Campos y Colonias de Trabajo Correccional, también conocidos como Gulag, asimismo, por su actitud crítica se le condenó a destierro perpetuo.
Este oficial de artillería se llamaba Aleksandr Solzhenitsyn y era mucho más que un miembro del Ejército Rojo, pues antes de servir para este, ya había estudiado matemáticas y física y lo que no se sabía aún, era que para 1970 sería el ganador del premio Nobel de Literatura. Haber sido parte del ejército, fue solo una circunstancia que respondió al contexto de la guerra, por eso y para reivindicar su historia de vida, le llamaré en adelante por su nombre.
-La experiencia en los campos del Gulag: De vivirlo a escribirlo.
Tras pasar los primeros años de su condena en estos campos de trabajo forzado, Aleksandr Solzhenitsyn fue trasladado a una Sharashka -nombre informal de los laboratorios soviéticos- esto gracias a sus conocimientos científicos, cuestión que le permitió trabajar en su campo de experticia, eso sí, bajo la regulación del gobierno. La escritura a escondidas fue una constante en su vida y el temor a que sus escritos fueran interceptados tal como sucedió con sus cartas era inminente, es por eso que la desesperanza de ver alguna de sus líneas publicada, coexistía y se afianzaba a medida que escribía en medio de los campos y de la vigilancia del gobierno.
Uno de esos escritos -que se suponía nunca saldría a la luz pública- fue “Un día en la vida de Iván Denísovich”, el cual fue publicado en 1962 en la revista literaria Novy Mir. La publicación del libro podría reconocerse casi como un milagro, pues vivir la Guerra Fría desde la Unión Soviética, era estar sometido al gobierno sin la posibilidad siquiera de cuestionarlo. Fue gracias a la diligencia de Aleksándr Tvardovski -editor en jefe de la revista- que se logró la publicación del libro, pues de alguna u otra manera logró la aquiescencia del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética: Nikita Jrushchov; el sucesor de Stalin.
“Un día en la vida de Iván Denísovich”, es un libro corto que bajo el testimonio de su protagonista -cuyo nombre aparece en el título- narra los diferentes vejámenes a los que sometían a los deportados a los campos de trabajo forzados. En el caso de Denísovich, este fue condenado a 10 años en un campo de Siberia y el motivo de su arresto fue la supuesta “traición a la patria”, esto al ser capturado por los alemanes. En el libro se narra cómo para poder escapar de la muerte, este acepta los cargos y decide irse a un campo del Gulag. El resto, es una condensación de cómo era un día de trabajo cotidiano, el cual estaba lleno de actividades y tratos inhumanos.
Con su primera obra publicada formalmente y pese a contar con el beneplácito de Jrushchov,
Aleksandr Solzhenitsyn tuvo que volver a enfrentar una masiva ola de represión, pues lo narrado en el libro no era de mayor conveniencia para el régimen. De esta manera, la esperanza de que sus letras trascendieran fronteras se extinguía de manera firme, y la escritura clandestina volvió a tomar protagonismo, pues además de prohibir su reciente obra, fue expulsado de la Unión de Escritores Soviéticos. El relato acerca de la historia de Denísovich, causó revuelo en la Unión Soviética por su dura crítica a las condiciones en los Gulag, empero, su censura no representó el final de la carrera de escritor de Solzhenitsyn, mucho menos detuvo su actitud crítica frente al régimen.
En medio de una nueva etapa de clandestinidad y ocultándose de la vigilancia perpetua, este autor dio vida a otras grandes obras, entre estas se encuentran “El primer círculo” y “El pabellón del cáncer” publicadas en 1968. Sus relatos y críticas -a pesar de ser constantemente censuradas-, le valieron el más importante reconocimiento en la labor de la escritura y en 1970, fue galardonado con el premio Nobel de Literatura, esto “por la fuerza ética con la que ha perseguido las tradiciones indispensables de la literatura rusa”.
Recibió el Nobel, pero su obra más emblemática aún no salía a la luz pública.
Fue en 1972 cuando unos oficiales de la KGB, descubrieron unos manuscritos que eran parte del texto que llevaba escribiendo por varios años y pese a que Solzhenitsyn los había mantenido escondidos en casa de un amigo, una vez más sería víctima de la interceptación ilegal de sus obras. Mantener oculto lo escrito ya no tenía sentido, es por eso que en 1973 decidió por voluntad propia publicar su nuevo libro, el cual llevaba por nombre “Archipiélago Gulag”, el cual se convirtió en uno de los textos más representativos del siglo XX.
“Archipiélago Gulag”, fue publicado en París y decir que es una obra emblemática no termina de hacerle justicia a su verdadero significado. La construcción de este libro, tuvo un recorrido de varios años, pues entre 1958 y 1967, Solzhenitsyn recopiló los testimonios de más de 200 supervivientes de los campos del Gulag y los condensó en una obra, en donde se narra con nombres propios y eventos reales lo acontecido. Frente a ello, Claude Lefort, importante filósofo francés, reflexiona sobre “Archipiélago Gulag” y menciona: “La historia reconstruida por Solzhenitsyn es en verdad altamente instructiva. Arroja sobre la represión, su práctica, su justificación ideológica, sus fundamentos jurídicos, una luz tanto más esclarecedora” (Lefort, 1980). Efectivamente, la obra a manera de relato trasciende los datos circunstanciales y brinda soportes que permiten tener una visión nítida de las formas de represión y el sufrimiento de muchos en la desaparecida Unión Soviética.
En 1974, tras haber publicado el libro y haber recibido ovaciones por su ejercicio de visibilización de las víctimas del régimen, Solzhenitsyn fue expulsado de la Unión Soviética y en 1975 se exilió en Estados Unidos con su esposa y sus tres hijos. No renunció a escribir y durante su estadía en dicho país publicó diferentes ensayos como “El peligro mortal” y “El roble y el ternero”. Tras 20 años, pudo regresar a su país que ahora era Rusia, pues la antigua Unión Soviética se había disuelto en 1991. Vivió en Moscú hasta que el 3 de agosto de 2008 y a la edad de 89 falleció por insuficiencia cardíaca. Aquel día lo homenajearon como un héroe y como uno de los críticos más importantes del régimen comunista: lo ovacionaron en el mismo lugar en donde padeció sus momentos más difíciles.
-Más de 9.000 kilómetros al oeste de Moscú: El caso de un poeta cubano que “desafió” al régimen.
Paralelamente, y en el mismo contexto de la Guerra Fría, pero miles de kilómetros hacia el oeste, se encontraba Heberto Padilla, quién habiéndose desempeñado como comentarista radial y profesor en Estados Unidos, regresó a Cuba en 1959 para así empezar a trabajar en el periódico “Revolución”. En 1962 y continuando su compromiso con el proyecto revolucionario -mientras paralelamente Solzhenitsyn publicaba “Un día en la vida de Iván Denísovich”- empezó a desempeñarse como corresponsal de “Prensa Latina” para la Unión Soviética, laborando allí hasta que regresó a la isla una vez más en 1966.
Los anteriores viajes y experiencias forjaron la visión que tenía Heberto Padilla acerca del régimen instaurado en Cuba en 1959. Para 1960, era un entusiasta de la Revolución, para 1966 era un crítico; esto, tras haber tenido un acercamiento al régimen soviético, cuestión que le permitió alimentar su juicio hacía el gobierno revolucionario que para 1966 llevaba 7 años de instaurado.
Para 1968, juntándose la actitud crítica de Padilla con las exigencias de fidelidad y compromiso hacia el régimen, este decide hacer público un poemario titulado “Fuera del juego”, el cual obtuvo el premio Julián del Casal en el mismo año. Este poemario, resultó emblemático e incómodo por las mismas razones, en primera instancia, su calidad formal y el uso prolijo de los recursos expresivos por parte de un poeta como Padilla, le otorgaron a su obra reconocimiento y admiración. Empero, al resultar sus versos “demasiado desafiantes” hacia el statu quo político de Cuba, el gobierno dispuso que este había traicionado sus principios como poeta, y que “Fuera del juego” era la manifestación de su traición a la patria. Como sustento a lo anterior, a continuación, unos versos del poema “Instrucciones para ingresar a una nueva sociedad”:
Lo primero: optimista.
Lo segundo: atildado, cometido, obediente.
(Haber pasado todas las pruebas deportivas)
Y finalmente andar como lo hace cada miembro:
Un paso al frente, y
dos o tres atrás:
Pero siempre aplaudiendo
Los anteriores versos manifiestan el comportamiento que se supone, deberían detentar todos los cubanos, quienes defendiendo con optimismo la causa revolucionaria y anteponiendo la patria ante cualquier otra pretensión personal, se presentan como personas obedientes, siendo esta última característica, una cuestión necesaria para reivindicar como debe ser los principios rectores de la Revolución, los cuales exigen que los ciudadanos, ante todo, se acoplen a la versión de un hombre digno, y este es aquel que no desafía lo establecido, sino que defiende desde sus diferentes roles una mística obsoleta. Bajo esta noción, lo sucedido con Padilla se enmarca en los deseos de un régimen en el cual se ha propendido por “la definición de un intelectualismo y un arte que solo funcionara dentro de ese oficialismo, la persecución a artistas, cineastas y escriores que se salieran del molde se convirtió en una estrategia sistemática del régimen” (Castro & Muñoz, 2021).
En efecto, no importa que tantos pasos retroceda el pueblo cubano en sus diferentes esferas, no importa que se restrinjan todos los días los derechos, que se censure y se persiga a un ciudadano por pensar diferente, tampoco importa que en medio de los mitos ilusorios acerca de una isla paradisiaca con las mejores playas, se esconda toda una estructura diseñada para hacer al cubano de a pie, cada día más pobre, sin acceso a recursos básicos, y con la realidad de tener que enfrentarse cada día no a vivir en un contexto digno sino a intentar sobrevivir y anteponerse a este para así evitar que las circunstancias lo superen.
El significado de los versos de “Fuera del juego” y el conjunto de poemas que lo componen, es en palabras del historiador y ensayista cubano exiliado Rafael Rojas, un cuestionamiento directo a la relación que exigía el régimen cubano entre el hombre con minúsculas y la Historia con mayúscula, en este sentido no importan los intentos de avanzar, pues siempre se antepone un régimen cuya adaptación le ha permitido callar las voces de múltiples maneras.
-Un paso al frente, dos o tres atrás: o sobre Padilla traicionando a la patria.
Al haber llegado los anteriores versos a oídos del régimen y sus próceres, y tras tres años de la publicación del poemario, en 1971 Heberto Padilla fue detenido por haber “traicionado a su patria”. Pasó casi 40 días en la cárcel, pues su libertad representaba una amenaza para la estabilidad de la isla.
Pese a las pretensiones del régimen que buscaban hacer del caso de Padilla una situación más desapercibida, lo acontecido trascendió el espacio geográfico cubano y llegó a ser conocido en demás países de Latinoamérica y en Europa, lo anterior motivó a diversos intelectuales y escritores quienes, en solidaridad con Padilla, enviaron una carta en donde le solicitaban a Fidel Castro la liberación inmediata de este. Entre los firmantes se encontraban personajes de renombre como Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Simone de Beauvoir, Carlos Fuentes y Jean Paul Sartre, -algunos de estos se verían posteriormente en una división respecto a la situación, lo cual supuso tensión entre los representantes más importantes del boom literario en la región.
La presión externa ejercida por otros autores e intelectuales, así como por diferentes sectores de la población, permitieron que Padilla fuera liberado, sin embargo, ello estaba sujeto a una condición que resultó mucho más indignante, pues para conseguir su libertad estaba obligado a pedir disculpas por su “pecado”. Y así, como en una obra de teatro cómica en donde el set fue la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el guion fue desarrollado por el gobierno, Heberto Padilla como protagonista de la obra tuvo que expresar su arrepentimiento, en uno de sus apartados mencionó: “(...) contrarrevolucionario es el hombre que actúa contra la Revolución, que la daña. Yo actuaba y dañaba a la Revolución. A mí me preocupaba más mi importancia intelectual y literaria que la importancia de la Revolución. Y debo decirlo así”. Con las anteriores palabras, el régimen convirtió a Padilla en un victimario y al régimen y sus próceres en víctimas, por lo cual pedir disculpas y arrepentirse, era lo menos que Padilla podía hacer.
Tras haber sometido al poeta a actuar en tal escena, y tras haber generado un impacto que dividió a los intelectuales y escritores de diferentes países que defendían al régimen frente a los que no, Padilla pudo salir de Cuba en 1980, se exilió en Estados Unidos hasta que la muerte lo llamó en el 2000 a causa de un paro cardiaco, falleció a los 68 años en el Estado de Alabama. A diferencia de Solzhenitsyn, Padilla no pudo regresar a su país, ni para vivir sus últimos años de vida, ni para morir en las mismas tierras en donde padeció la mayor campaña de deshonor en su contra por culpa de sus poemas.
-Dos escritores, una realidad.
Tanto el ruso Aleksandr Solzhenitsyn como el cubano Heberto Padilla, enfrentaron en sus respectivos países los vejámenes de la censura y la represión. El primero condenado a trabajar forzadamente, ser perseguido y posteriormente ser expulsado de su país por culpa de sus escritos; el segundo detenido, forzado a pedir disculpas y posteriormente exiliado gracias a un poemario. A día de hoy, lo anterior parece un apartado distópico o imaginario, sin embargo, corresponde a algo verídico, pues en los regímenes totalitarios de carácter socialista -en este caso- lo anterior es simplemente una expresión de la cotidianidad.
La desaparecida Unión Soviética, inmersa en las tensiones de la Guerra Fría y con el temor de que cualquiera de sus ciudadanos promoviera lo que se anteponía a sus ideales y se acercara a los valores democráticos, desplegaba toda una campaña en contra de lo antisoviético, cayendo así en vejaciones como el trabajo forzado. Por el otro lado Cuba, con su recién instaurada Revolución, extendía su control ante cualquier acto relacionado con la propaganda reconocida como antirrevolucionaria. Tanto lo antisoviético como lo antirrevolucionario, se constituyeron así en la excusa ideal de ambos regímenes para socavar la actividad crítica de los escritores, restringiendo así la autonomía intelectual de estos frente a la impetuosa necesidad de defender el orden establecido, cooptando de manera absoluta la vida de los ciudadanos.
Tanto Solzhenitsyn cómo Padilla, son referentes importantes de los acontecimientos de censura y persecución a manos de regímenes socialistas en el mundo. Ambos dedicados a la escritura y con la vocación de demostrar la realidad en medio de frases y versos, tuvieron que renunciar a múltiples cosas, entre estas, la libertad y la posibilidad de expresarse libremente y vivir en sus países de manera digna, sin embargo, no son los únicos. Con lo anterior en mente y tomando como referencia estos dos casos emblemáticos, es preciso cuestionarse y reconocer que ello no es ajeno al contexto actual, hoy por hoy en el caso cubano, por ejemplo, se sigue persiguiendo de manera sistemática a quienes no se ajustan a lo establecido por una Revolución cuyas ideas han persistido por más de 60 años. Afortunadamente, con los avances tecnológicos y el acceso al internet, dichos sucesos ya no pasan del todo desapercibidos, ello ha permitido que muchas personas deconstruyan la visión romántica de la isla, y se unan a la causa en pro de la libertad no sólo de escritores, intelectuales o artistas, sino de todo el pueblo cubano, que parece haberse quedado atrapado en las dinámicas de represión que ya se detentaban 50 años atrás. La labor de quienes se atreven a dejar en sus letras su sentir, ha sido interpretada como una traición para algunos, pero ha permitido que otros cambien su visión y conozcan una realidad oculta que ha socavado la dignidad de muchos: es nuestra labor entonces visibilizar dichas causas que han permitido transformar contextos e historias.
Referencias
Lefort, C. (1980). Un hombre que sobra. Reflexiones sobre el Archipiélago Gulag. Tusquets Editores.
Castro, S., Muñoz, L. (2021). Sobre el patronazgo cultural y la censura a artistas en Cuba. En S. Angel., S. Castro (Ed.), Cuba en breve: datos y relatos de una revolución desencantada (pp. 111-128). Fondo de Publicaciones de la Universidad Sergio Arboleda.