FORO CUBANO Vol 5, No. 44 – TEMA: DEPORTE Y AUTORITARISMO –
El fútbol de la España Franquista: los símbolos de la ultraderecha
Por: Valentina Bohórquez Polo y Valentina Duarte Salazar
Mayo 2022
Vistas
Su nombre solo fue victoria,
en cuanto reina la luna en el mayor turbante;
pacifico motines en Brabante, que su grandeza sólo puede tanto
Francisco de Quevedo y Villegas
Mi deporte, mi nación
De sentimientos y aficiones, el surgimiento del acoplamiento de un deporte como lo es el fútbol con los valores y los principios ideológicos de un Estado dictatorial conduce a que el análisis haga necesario observar cómo se manifiesta el sentido de un interés nacional a través de los intereses de la masa y la propia sociedad civil. Ante fenómenos tan fehacientes a la construcción de identidad como lo son la otredad, se puede decir que el fútbol se convierte en un espacio donde convergen múltiples identidades sobre la reivindicación del “nosotros” por oposición al “otros...” (Fontanarrosa, 2012), incurriendo en un proceso de identificación colectiva donde el deporte per se convierte en un espacio común de identidad. Esta construcción, por diferencia de la identidad colectiva, se convierte en un discurso político capaz de validar los métodos y fines utilizados por las dictaduras que se jactan del uso de un poder material con una amplia carga simbólica capaz de sacudir pasiones regionales y conmover los corazones de millones de espectadores. De esta forma, el fútbol actúa como “un significante privilegiado, un vehículo cuya exigencia de significación es tal que no admite la ausencia de significado (…)” (Fontanarrosa, 2012).
Ante la reivindicación de sensaciones como la euforia y el patriotismo desenfrenado, el deporte tiene otros instrumentos indispensables para movilizarse a través de las concepciones de las personas. El disfrute del tiempo ocioso de los individuos puede llegar a exacerbar, en su máximo esplendor, a través del aspecto socializador del fútbol, el potencial tan amplio que posee el deporte para llegar a transmitir la esencia de pertenencia y emocionalidad dentro de las personas por medio de las discusiones producidas dentro de la familia, el barrio, el trabajo y las escuelas. La persona aficionada se siente partícipe del equipo, esto hace que paulatinamente se forje una relación entre la identidad y un objetivo en común, que se constituirá como la victoria. Acorde al anterior punto, la obtención de la victoria se hace relevante según la capacidad de ganar adeptos. Entre más victorias posea un equipo, mayor será su capacidad para convocar más hinchas. Tal como lo describe Pons (2003), este deporte se rige como un catalizador para la integración simbólica conforme a la conciencia nacional.
Adicionalmente, Ramonet (1999), mencionaba que en determinadas circunstancias y contextos territoriales la referencia a una oposición dentro del fútbol podía llegar a desencadenar enfrentamientos e inclusive conflictos civiles. Más allá de las comunes “barras bravas” que se pueden llegar a conglomerar posterior a un partido, los Estados autoritarios a lo largo del mundo han logrado politizar la esfera futbolística a otro nivel. Con casos como el mundial de 1978 durante la Junta Militar de Argentina acaecido en nuestra América Latina, hasta espacios más alejados de nuestro continente recorriendo las guerras de Yugoslavia a finales de 1980, se hace previsible el potencial del juego para determinar, disputar, negociar y construir las dimensiones identitarias de una nación.
El Franquismo y el Fútbol
La llegada de Francisco Franco al poder en España significaba la llegada de ideas nacionalistas con la intención de una unidad de la identidad del país. Uno de los mecanismos dirigía a la utilización del futbol como la herramienta de difusión de la narrativa nacionalista que tenía como objetivo la dictadura, por lo que en perspectiva, las campañas de unidad futbolísticas comprendían como raíz la sensación de la ultraderecha enmarcada en la utilización de aficiones y sentimientos de los hinchas. Pese a que el sentimiento español en torno al deporte como una identidad nacional se remonte a una configuración previa a la llegada de la Guerra Civil, originándose en el desarrollo de los Juegos Olímpicos de Amberes en 1920; la dictadura de Francisco Franco materializó ese espíritu dentro de un modo planificado y sistemático de utilizar el fútbol como herramienta de nacionalización de masas (Barnés, 2016).
La utilización del fútbol como un método de campaña empezó a ser visible a partir del 21 de junio de 1964, cuando la selección española se proclamaba campeona de la Eurocopa en el Santiago Bernabéu (ver imagen 1). Para la final de la Eurocopa, la selección española tenía como adversario a la selección de la Unión Soviética, por lo que la victoria contra los enemigos comunistas de la dictadura de ultraderecha no solo significaba la unidad de España, sino una supremacía simbólica internacional del bando de derecha sobre el comunismo. Así, las órdenes directas de uno de los ministros del régimen de Franco, José Solís, al presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Benito Pico, era hacer lo imposible por conseguir la victoria, ya que no podía permitir que el dictador y caudillo sufriera una humillación de tal magnitud por la derrota. Tras la derrota a la selección soviética, Francisco Franco se demostró animado y feliz de sentir a un país unido apoyando la victoria simbólica ante el comunismo, lo que se vislumbra con sus palabras días después en una reunión con su Jefe de Secretaría Militar:
Conmigo, la enorme concurrencia que acudió al Santiago Bernabéu no pudo estar más cariñosa con sus repetidas ovaciones. Nuestra unidad y patriotismo se puso en evidencia ante millones y millones de personas que por televisión veían el grandioso partido en muchos países del mundo (Michonneau & Núñez, 2022).
Ahora bien, desde el legendario partido, las ovaciones al dictador se convirtieron en las ocasiones de ambientes de apoyo al franquismo, que a su vez, se mezclaba con las directrices de la transmisión por todos los medios disponibles de los partidos de la selección española. Por lo que a partir de la transmisión amplificada y la muestra de apoyo del dictador empezaban a reflejar una apropiación dictatorial de las competencias y las victorias que conducían a la construcción de la imagen de unificación, de orden y de una felicidad interpretada por el franquismo.
En suma, el adoctrinamiento franquista extendido en los círculos sociales había capturado el fútbol y sus aficiones. La afinidad de la ultraderecha se transmitía por medio de la utilización de sentimientos de unidad que emanaba del apoyo de los partidos de fútbol y así, no solo la Delegación Nacional del Deporte había quedado en manos de los falangistas, sino que todos los cambios con respecto al fútbol se encargaban de demostrar la supremacía de Franco, acción que se puede observar en el saludo fascista de cada partido (ver imagen 2). Es así como las canchas fueron utilizadas para comprender la existencia de una ideología que prefería adeptos a la fuerza, ovaciones en público y victorias prefabricadas, que un fútbol libre, conduciendo a demostrar la unidad de un país en las canchas transmitidas por los medios de comunicación a las masas, pero ignorando las grandes cicatrices que dejaron en la sociedad.
Imagen 1
Fuente: Tomada de Barnés (2016)
Imagen 2
Fuente: Tomada de Quiroga (2014)
Referencias
Barnés, H. (2016, febrero 22). La "furia española": así utilizó Franco el fútbol y así le respondieron los nacionalistas. El Confidencial. https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-02-22/futbol-espanol-furia-espanola-franco-dictadura-antifranquismo-nacionalistas_1155164/
Fontanarrosa, G. (2012). Autoritarismo y fútbol: La España franquista y la Junta Militar argentina. VI Congreso de Relaciones Internacionales. http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/40227/Documento_completo.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Michonneau, S., & Núñez, X. (2014). Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo. Casa de Velázquez. http://books.openedition.org/cvz/1148
Úbeda, J., Molina, P., & Villamon, M. (2017). La construcción de identidades colectivas a través del fútbol: Cuando los nacionalismos juegan en los estadios. Materiales para la Historia del Deporte, 15.
Pons, A. (2003). «El mejor equipo del mundo»: Estereotipos y paradojas. El fútbol o la vida, 71-86.
Ramonet, I. (1999). El fútbol es la guerra. En S. Segurola (Ed.), Fútbol y pasiones políticas (pp. 131-138). Barcelona: Debate.