FORO CUBANO Vol 6, No. 66 – TEMA: PROTESTAS EN CONTEXTOS AUTORITARIOS
El miedo en el estallido social de 2021 en Colombia
Por: Valentina Bohórquez Polo
Abril y mayo 2024
Cuando las banderas de unidad logran movilizar a un pueblo a las calles para exigir, reclamar, protestar o demostrar que aún la fuerza de la colectividad está viva, la acumulación de motivaciones y causas llegan hasta lo más profundo de un sistema político quebrantado. El ejercicio de la movilización social en marco de una coyuntura particular y espontánea es la clara demostración de que el pueblo no pasa en vano el ejercicio político, a pesar de que en ocasiones se mantenga en silencio o distante. Más allá del ejercicio votante, el pueblo realiza una revisión constante del ejercicio político; lo motiva, lo exige, lo requiere. En el 2021, las calles de Colombia fueron parte de uno de los episodios más recordados en la última década, el estallido social, el cual transformó de manera directa el panorama social y político, y propició cambios posteriores en el sistema, que se evidenciaron finalmente con las elecciones presidenciales en el año 2022.
El 28 de abril de 2021 en marco del gobierno del entonces presidente Iván Duque, inició un ejercicio de movilización social fundado en la oposición a la propuesta de reforma tributaria que pretendía gravar económicamente especialmente a la clase media-baja, en medio de una coyuntura económica difícil a causa de la pandemia del COVID-19 que había iniciado un año inmediatamente anterior a este. Dicha reforma pretendía incrementar el costo de productos de la canasta familiar, subir el IVA al 19% de los insumos agrícolas y combustibles (Aguilar-Forero, 2022). Así, para entonces, Colombia registraba como uno de los países más desiguales del mundo, anotando una caída del 6,8% del PIB y un aumento del desempleo por encima del 16% (Benotman, 2022). Añadido a lo anterior, el DANE registra que para el año 2020 el 42,5% de los y las ciudadanas se reconocían como pobres (Comisión de la Verdad, 2022). Este contexto comprende algunas de las motivaciones económicas que llevaron a los y las colombianas a salir a las calles, sin contar que se reconoció como un ejercicio de continuidad con los escenarios de Paro Nacional llevados a cabo en el 2019, los cuales formularon un escenario político de negociación con el gobierno nacional que fueron frenados y desincentivados por la llegada de la pandemia.
No obstante, pensar en el estallido social dentro de los eventos más relevantes recientes de la política nacional trae una mezcla de sensaciones para quienes vivieron de manera directa e indirecta cada uno de los episodios. En la mayoría de los casos y a nivel personal las sensaciones de miedo e incertidumbre abundan; y no en vano estas son las emociones, el estallido social fue un escenario profundamente violento más allá de la unidad de la movilización social, más allá del color y el arte de cada una de las marchas y más allá de las banderas políticas y sociales que se alzaban como principales motivadoras. El estallido social trajo muertes, heridos, violencia sexual, perseguidos, encarcelados arbitrariamente, desaparecidos y madres que esperaban a sus hijos llenas de miedo hasta que volvieran a casa.
Según la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) durante el 2021 se documentaron más de 700 ataques a periodistas, de los cuales 359 están relacionados con el cubrimiento de las protestas. De este número, lo más alarmante es que se registra que la violencia vino a través de la fuerza pública, registrando 227 casos de violencia (Pues, 2022).
Según los registros de la organización Temblores, durante los episodios de 2021 se registraron 5808 casos de violencia policial, los cuales incluyeron 80 casos de homicidios, 47 casos de violencia sexual, 105 agresiones oculares, 2053 detenciones arbitrarias en contra de los manifestantes, 66 montajes judiciales, 16 casos de hostigamiento a actividades comunitarias y 1991 casos de violencia física (Aguilar-Forero, 2022).
Decir que las cifras son absolutas sería mentir en un contexto donde los medios tradicionales se encargaron de cubrir de manera parcializada las jornadas de las personas en la calle. Quienes registraron, comunicaron y replicaron estos hechos fueron los y las jóvenes que usando plataformas digitales empezaron a romper el silencio de los medios tradicionales con respecto a la información. Sin embargo, de cierta clase política se incentivaba la violencia y la respuesta bélica, como lo demostró un tuit del expresidente Álvaro Uribe el 30 de abril (con tan solo 2 días después de iniciadas las jornadas) sosteniendo:
“Apoyemos el derecho de los soldados y policías de utilizar sus armas para defender su integridad y para defender a las personas y bienes de la acción criminal del terrorismo vandálico” (Aguilar-Forero, 2022).
El estallido social paso a ser en la historia una de las mayores demostraciones de fuerza policial desproporcionada y dirigida al pueblo colombiano, sobre todo, a los y las jóvenes, quienes fueron centro en marco de esta coyuntura nacional. El miedo que se vivía en las calles llevaba a ver como cada día se registraban casos de violencia desproporcionada y que, gracias a la era tecnológica, por las redes abunda material probatorio como muestra de estos casos.
Es claro que dentro de la sociedad civil se crearon mecanismos de defensa frente a la violencia recibida en las movilizaciones. Así que, como respuesta a este frente de violencia, se crearon las Primeras Líneas, de manera espontánea, con una visión de poder popular y sin ninguna formación política anterior. Más allá de la discusión sobre el financiamiento de sectores políticos a estos grupos, la Primera Línea fue definida como un grupo de personas que se organizan para defenderse de la represión Estatal (Santamaría & Bonilla, 2023). A pesar de que en muchos sectores de la derecha colombiana se les categorizara como expresiones cercanas a las expresiones guerrilleras que ampliamente ha tenido la historia colombiana; quienes hacían parte de estas organizaciones eran jóvenes que ponían dentro de este ejercicio las vivencias barriales y colectivas. De hecho, es por ello, que actualmente los grupos de las Primeras Líneas no siguen siendo representativos y organizados, pues fueron un grupo meramente coyuntural y espontáneo. Es menester también comprender que estas organizaciones de la sociedad civil no solo se enmarcaron en el ejercicio de confrontación, sino que también se encontraron con expresiones de ayuda y asistencia médica, jurídica y de protección de derechos humanos.
A pesar de que el miedo fue el sentimiento que definió estos escenarios de movilización, no hay que dejar de lado que las expresiones sociales fueron sumamente alegres y de esperanza dentro de cada una de las jornadas en las calles. El arte permeado como expresión popular y colectiva fue el mecanismo más usado por jóvenes movilizados contra un sistema político y un gobierno que no supo escuchar las demandas sociales. Las batucadas, los murales, las comparsas y las amplias expresiones de música nacieron de la resistencia como un alivio al miedo y a la incertidumbre.
Por eso es más que necesario que les deje está playlist que contiene las canciones más representativas del Paro Nacional, compartido también por Santamaria y Bonilla (2023): https://open.spotify.com/playlist/1hCoTsFU4AbOvQwxRB3Kyn?si=eba7b2b8067f434b
¿Por qué hablar del contexto colombiano?
El autoritarismo como categoría creada por la ciencia política de manera moderna, incentiva a detectar las fracturas más grandes de la democracia liberal. Colombia nunca ha estado dentro de la lista de autocracias en la región, teniendo por encima experiencias como las de Nicaragua, Cuba, Venezuela, Haití y recientemente El Salvador. Sin embargo, el declive de las democracias liberales se esconde en elecciones periódicas y separación del poder público por instituciones medianamente sólidas. No obstante, en búsqueda de una definición, se encuentra que el autoritarismo es la manera de definir de manera contemporánea una forma opresiva y/o represiva del ejercicio del poder político, que no se desentiende de las libertades civiles y políticas, pero que configura un ejercicio abusivo del poder (Lesgart, 2020).
De manera simplificada, la persecución a la libertad de prensa, a los estudiantes y la criminalización de los y las jóvenes por salir a las calles dentro de un descontento político y social; intensificado además por violencia policial directa, es una configuración a que la violencia permeo el sistema político y contribuyo a la existencia de rasgos autoritarios dentro de ese ejercicio abusivo del poder. Así, para el índice de The Economist para el año 2021 Colombia bajó 13 puestos en contraposición a los datos publicados en el año 2020 (Becerra, 2022). Dentro de este informe se reconoce que una de las causas que demostró la caída de la puntuación de Colombia fueron los escenarios de movilización social contra el gobierno de Iván Duque, las cuales contienen una gran cantidad de denuncias de abusos contra los derechos humanos de las personas manifestantes.
En suma, para hablar de acciones represivas dentro del sistema político no hace falta citar las experiencias alejadas, sino ver con lupa que detrás de la democracia liberal, se encuentran episodios totalmente violentos y represivos para las personas que salen a las calles, que sean motivadas o no por intereses políticos de fondo, merecen las garantías de sus derechos en el ejercicio de movilización. El miedo y la incertidumbre de las madres hoy queda plantado cada vez que recordamos el estallido social. Y hay que afirmar con certeza, de que Colombia si fue escenario de violencia estatal, de represión, persecución y miedo. Cuando la unidad del pueblo habla, la violencia responde, y la historia hace memoria sin olvido de ello.
Referencias
Aguilar-Forero, N. (2022). Memoria y juvenicidio en el estallido social de Colombia (2021). Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 20(3), Article 3. https://doi.org/10.11600/rlcsnj.20.3.5492
Becerra, B. X. (2022, febrero 17). Colombia bajó 13 puestos en el Índice de Democracia de The Economist para 2021. Diario La República. https://www.larepublica.co/globoeconomia/colombia-bajo-13-puestos-en-el-indice-de-democracia-de-the-economist-para-2021-3304780
Benotman, A. (2022, abril 29). 28 de abril de 2021: Una fecha que sacudió la historia reciente de Colombia. France 24. https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20220429-aniversario-protestas-pano-nacional-colombia
Comisión de la Verdad. (2022). El estallido social. Comisión de la Verdad. https://www.comisiondelaverdad.co/el-estallido-social
Lesgart, C. (2020). Autoritarismo. Historia y problemas de un concepto contemporáneo fundamental. Perfiles latinoamericanos, 28(55), 349-371. https://doi.org/10.18504/pl2855-014-2020
Pues, F. (2022, abril 28). Un año del estallido social: La violencia contra la prensa sigue impune. Fundación Para La Libertad de Prensa. https://flip.org.co
Santamaría, R. A., & Bonilla, E. S. V. (2023). La “Primera Línea” en el sur occidente de Colombia: Una explicación sociojurídica de la resistencia. InSURgência: revista de direitos e movimentos sociais, 9(1), Article 1. https://doi.org/10.26512/revistainsurgncia.v9i1.45608