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FORO CUBANO Vol 5, No. 50 – TEMA: CUBA ¿DEMOCRACIA POPULAR O DICTADURA?

En Cuba, desde hace mucho tiempo, hay una dictadura 

Vistas

Por: Ángela Mariottiz 

Noviembre 2022

“[…] Lo que funciona bien para el nacionalismo es un cierto totalitarismo, aunque se ponga bajo la excusa de la democracia”  
-Albert Boadella 
 
“Cuando estás en la calle es cuando te das cuenta de que todo tiene dueño y de que hay cerrojos en todo. Así es como funciona la democracia: coges lo que puedes, intentas conservarlo y añadir algo si es posible. Así es también como funciona la dictadura sólo que una esclaviza y la otra destruye a sus desheredados” 
-Charles Bukowski 

 

Para determinar la esencia de un sistema político, indiscutiblemente, se deben analizar dos factores: quien(es) detentan el poder, y el origen de ese poder. Esto es posible a través de la diferenciación entre poder y dominación, entendiendo en qué casos aplica cada uno. Si bien es válido establecer teóricamente que, tanto el poder y la dominación son característicos de las sociedades tanto modernas como primitivas, así como la superposición de clases, grupos o individuos en contextos de competencia y recursos limitados, interpretar dicha interacción y determinar el verdadero nombre de la misma se hace cada vez más difícil por la reciente incapacidad de determinar matices claros que marquen una fina barrera entre lo que es una dictadura y lo que es una democracia popular.  

Este texto tomará por caso de estudio a Cuba, buscando determinar su categoría dentro de los sistemas políticos a partir de los factores anteriormente mencionados. Para comprobar si en efecto se puede decir que hay algo más que una dictadura en este país. Si bien pueden existir muchos otros determinantes del sistema político como la legitimidad, coacción de medios, cooptación de las instituciones, entre muchos otros, ente (ensayo) pretende centrarse en la esencia, la raíz del poder que predomina y que establece un sistema político específico.  

De acuerdo con Martínez Ferro podríamos considerar que, al inicio de la revolución cubana, la relación existente entre los ciudadanos, hartos de la dictadura de Fulgencio Batista, iría en sincronía con las ansias revolucionarias de los líderes de la revolución; para ese momento, podríamos reconocer la existencia del inicio de una dominación carismática, en el que las cualidades extraordinarias de quienes prometieron un gobierno del pueblo y para el pueblo junto con sus capacidades de liderazgo deslumbraron; atributos que, más adelante, les permitieron elegir a voluntad propia sus delegados (Martínez-ferro, 2010, pg. 418). Si nos detenemos a observar estos delegados, podríamos comprender un poco acerca de la estructura del poder cubano. Tras el ascenso de Raúl Castro, su poder militar y político ha ido en aumento, al encabezar  las fuerzas armadas, y al ser el Presidente del Consejo de ministros, ha creado un círculo de poder, que incluye también a militares retirados de su confianza, en palabras de Pedro Roig sus casi 40 años como figura al mando militar lo condujeron a ser el arquitecto, ideólogo y, además, quien ha llevado a las fuerzas militares cubanas a tomar el control económico del país, un puente entre ambos poderes, caracterizado por una relación estrecha y personal entre Castro y los altos mandos militares​ (Roig & Suchlicki, Radiografía de la dictadura militar cubana, 2014)​.  Dentro de los otros 7 personajes miembros de la cumbre militar cubana, se encuentra el Ministro del Interior, director principal de todo el aparato de seguridad e inteligencia del país, reconocido por ser el miembro más poderoso dentro del círculo de poder de Raúl Castro, los demás de estos personajes son en su mayoría militares que cuentan con el respaldo y apoyo directo de Castro.  

En este punto de la historia cubana, tras varias décadas luego de la revolución, muchos de esos intereses de la ciudadanía que estuvieron alguna vez en sincronía con los actores revolucionarios se deshicieron. Y esto no es solo perceptible a través del cambio de las demandas ciudadanas, sino porque la relación ciudadanía-líder se fue distanciando paulatinamente. En el año 2000, en la Plaza de la Revolución, Fidel Castro afirmó que, para él, la revolución era “igualdad y libertad plena; no mentir jamás ni violar principios éticos”, mientras tanto, los discursos del actual mandatario haciendo llamados en contra de quienes se manifestaron en las calles, tan solo deja entrever que las ideas que en un principio motivaron el respaldo a la misma revolución, hoy en día se ahogan en persecuciones, censura, hambre y pobreza. 

Además, es posible identificar también relaciones de poder que carecen del componente de obediencia, y por el contrario dejan ver la capacidad coercitiva de quienes poseen el poder en Cuba, casos como este se ejemplifican en los fuertes castigos, a veces absurdos, implementados en las  nuevas actualizaciones del código penal cubano, son medidas arbitrarias tomadas unilateralmente por el gobierno, que nuevamente dejan ver la falta de sincronía entre ambos actores, y una búsqueda constante del gobierno por remediar la relación de cualquier manera para que nuevamente se traduzca en obediencia ciudadana. Aun así, los incesantes gritos del pueblo cada vez se alejan más de esta necesidad gubernamental.   

Cuando se habla de una dictadura, se piensa en un régimen personalista, con una o unas cabezas al mando, que poseen amplias facultades para alterar la ley, en donde además las exigencias a nivel horizontal son limitadas; lo que indica instituciones débiles o cooptadas. Pero, definitivamente, el rasgo diferencial de una dictadura es: la ausencia de la separación de poderes, la falta del pluralismo político y [en la mayoría de casos] la vulneración de los derechos civiles de la ciudadanía. Lo curioso de observar en estos casos es el papel que cumple la legitimidad dentro de todo esto. Es cierto que muchos regímenes dictatoriales poseen un gran respaldo ciudadano, de hecho, suele ser el componente que los lleva a poseer tanto poder, mismo componente que en su completa ausencia puede llevar al crudo desenlace de este régimen. Lo que en verdad es clave es que quienes poseen las facultades, el poder político-militar y, a veces, el mismo poder económico, no es ninguno más que los que están en el centro de decisiones, ninguno que no sea permitido por el líder o el partido.  

En cuanto a la democracia popular, esta ha sido definida de muchas maneras. Sin embargo, el pilar de este tipo de sistema radica en el apellido que acompaña a la palabra democracia. Partiendo de ‘democracia’, se considera que es un sistema en donde las libertades civiles son respetadas, o al menos en un mayor grado que cualquier otro régimen que no se reconozca como tal. Al referirnos al componente ‘popular’ se entiende que es un sistema donde el actor principal que posee el poder es el pueblo, significado proveniente del latín popularis. En contraste con el sistema dictatorial, el componente de la legitimidad posee un peso enorme en este caso, puesto a que se supone que es el pueblo quien detentará el poder, y por ello debe haber algún consenso, o representatividad que haga valer la voluntad de lo popular, situación que puede cambiar radicalmente en el caso contrario, ya que con tener el apoyo y legitimidad de una cierta parte del pueblo, será suficiente; y además, no es la voluntad de todos la que se representa en quienes están al mando, sino la voluntad de ellos mismos o su grupo.  

Ahora, el debate sobre Cuba ha sido bastante reñido, algunos indican que como su inicio se dio con el fin de liberar al pueblo de una dictadura, entonces, por esa razón, en la actualidad se cumplió con esa voluntad del pueblo, y que por el hecho de que exista un sistema electoral, aún sin garantías de libertad de participación u oposición, entonces debería considerarse como una democracia. A la vez que otros afirman que mientras ese mismo pueblo sea reprimido, de diversas maneras, jamás se estará realmente cumpliendo con su voluntad y jamás se podría hablar de una democracia cuando no se dan garantías mínimas de los derechos civiles, o al menos a la participación democrática.  

Retomando la idea con respecto a la esencia del poder, quienes lo poseen y su origen, tras mencionar la influencia de Castro y su cumbre de poder, no podríamos seguir sin mencionar también a Miguel Díaz Cannel, actual mandatario cubano y primer secretario del Partido Comunista, la lupa del análisis recae sobre este personaje al ocupar los mayores cargos de decisión en la isla. A pesar de que algunos medios lo denominan el “discípulo predilecto” y otros lo llaman “burócrata gris” suponiendo que su estancia política es un simple trámite para darle un nuevo rostro a la revolución (Gratius, s.f.), sería un error pasar por alto que ahora también entra a ser un actor en el juego por el poder político dentro del país. Mas aún, considerando que fue electo por 603 personas de las 604 que conforman la Asamblea Nacional del Poder Popular, lo que implica una capacidad y un poder sucedido por el mismo Raúl Castro.  

El problema aquí no es que sean específicamente estos personajes los que posean el poder, porque así sucede en la mayoría de países, más que todo aquellos en un sistema presidencial , en los que de alguna manera el mandatario tiende a generar mucha influencia o tener una vida llena de lujos, el verdadero problema es la nula capacidad de las instituciones para frenar las acciones que van más allá de las potestades legítimas de este mandatario, es también que desde hace mucho tiempo la gente no es capaz de poder criticar abiertamente su país, ni de pensar distinto, ni siquiera de hacer una revolución diferente. No viven en igualdad ni libertad plena. No pueden elegir a quienes quieran, no pueden protestar pacíficamente, porque son apresados por un gobierno que le teme a lo que no le pertenece. No pueden hacer valer sus derechos civiles, porque los mecanismos que tienen son escasos, ni tampoco hay muchas instituciones nacionales a su favor. Desde hace mucho tiempo se rompieron aquellos intereses sincronizados, ya no hay lazos ni cercanías entre quienes gobiernan y quienes son gobernados.  

Al identificar en el escenario político cubano la predominancia de un poder político cooptado por unos pocos, y la asincronía entre los intereses de los dirigentes y los ‘líderes revolucionarios’ y comprender que el origen de la legitimidad del poder se quebró, nos es más sencillo vislumbrar y categorizar este caso. Porque no hay componente, ni teórico ni práctico, que nos de indicios de una democracia, o de un gobierno popular, porque ese mismo pueblo está siendo violentado, apresado y silenciado. En el momento en que se desvaneció la posibilidad de que la sociedad se viera dominada por el proletariado, tal como se prometió, y en su lugar fue creada una clase social superior para dirigir, entonces se perdió la mínima posibilidad de tener una democracia popular.  

Referencias

Gratius, S. (n.d.). CIDOB - Cambio de poder en Cuba: ¿Un mero trámite? Retrieved December 4, 2022, from https://www.cidob.org/es/publicaciones/serie_de_publicacion/opinion/america_latina/cambio_de_poder_en_cuba_un_mero_tramite 

Martínez-ferro, H. (2010). Legitimidad, dominación y derecho en la teoría sociológica del Estado de Max Weber (Vol. 12, Issue 1, pp. 405–427). Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. 

Roig, P., & Suchlicki, J. (11 de Febrero de 2014). Radiografía de la dictadura militar cubana. (M. E. Salazar, Entrevistador) 

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