TEMA: AMÉRICA LATINA
Encuentros y desencuentros en las elecciones territoriales de Colombia, 2019
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Por: Fredy A. Barrero
Noviembre 2019
*Profesor de cátedra Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia
¿En qué va la representación política de Colombia? ¿partidos vs grupos significativos de ciudadanos? ¿participamos más en las elecciones territoriales que en las nacionales? ¿mejoró la representación de las mujeres en las alcaldías y gobernaciones? Gran parte de estas preguntas, surgen de una vocación basada en el análisis prospectivo de unos resultados políticos determinados que, para efectos de este artículo, buscan desenmarañar los cambios y las continuidades de la representación política en Colombia.
De acuerdo con la mística del análisis electoral colombiano, cada elección territorial da cuenta de cómo serán las elecciones nacionales (presidencial y de Senado de la República) venideras, por lo que, a la luz de los resultados electorales de 2019, nada quedó en claro aún, aunque se advierten cambios en el electorado, que, si se conectan con una buena gestión de los alcaldes entre 2020 y 2023, y si la fuerza centrípeta hace lo propio, el electorado empiece a buscar nuevos centros. En ese entendido, aquí se analizarán algunas de las generalidades y particularidades de las elecciones en Colombia en 2019, con base en el contexto en el que se desarrolló la campaña electoral, la participación electoral de los ciudadanos y la correlación de las fuerzas partidistas.
Las campañas y la participación electoral
El 27 de julio de 2019 culminó el proceso de inscripción de candidatos por parte de agrupaciones políticas (partidos o movimientos políticos, grupos significativos de ciudadanos o coaliciones). Inicialmente, se inscribieron 121.194 candidatos, aunque posteriormente dicho número se decantó, y terminaron siendo 116.430 candidatos. De estos: el 93% fueron candidatos que se presentaron por partidos o movimientos políticos; el 5% lo hizo por medio de coaliciones; mientras que el 2% le apostó a la presentación de candidaturas bajo la modalidad de Grupos Significativos de Ciudadanos, GSC. Al respecto, se presentan las siguientes observaciones, en clave de representación política.
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La clase política sigue buscando el aval de los partidos o movimientos políticos. Por supuesto, esto le evita a los candidatos incurrir en el gasto que supone el pago de una alta póliza de seriedad que se exige en aquellos casos en los que los candidatos opten por presentarse a nombre de un GSC. En ese sentido, pese a que la mayoría de los candidatos le apuestan al aval de un partido o movimiento político, esto no necesariamente significa que los candidatos tengan una afinidad o al menos una correspondencia programática o ideológica con el partido. En algunos casos, lo único importante es la obtención del aval, por lo que la regla se ha trastocado, e indica que estamos ante candidatos que buscan partidos, y no necesariamente, partidos que escogen a sus candidatos. Esto a futuro podría generar cortos circuitos entre los partidos que avalaron a los nuevos gobiernos locales, ya que la entrega del aval no necesariamente condiciona las posturas políticas, ni la construcción de un programa de gobierno; lo cual, indefectiblemente se traduce en problemas directos para la representación política.
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En cuanto a los Grupos Significativos de Ciudadanos, GSC, se observa que, en comparación con elecciones anteriores, hubo un incremento en el número de candidatos que recurren a esta figura jurídica. Entre las explicaciones al porqué de dicho incremento, se encuentran dos vertientes: una primera, que considera que los políticos deben aprovechar la desafección de los ciudadanos con los partidos políticos, y presentar sus candidaturas por fuera de estos. Esta postura tiende a aparecer en grandes ciudades, ya que es en éstas, en donde no los ciudadanos tienden a no identificarse con una etiqueta partidista determinada. Sin embargo, aunque esto les permite a los candidatos tener cierto margen de maniobra, podría tener repercusiones negativas para efectos de la representación política, en particular cuando ésta se analiza a partir del accountability, toda vez que se premian opciones electorales personalistas, cuya trascendencia en el tiempo se diluye a los cuatro años. La otra vertiente, plantea que los candidatos recurren a los GSC con el fin de aprovechar los vacíos legales, en lo que se refiere a los tiempos con los que cuentan para realizar la campaña electoral, así como vacíos en la presentación de los reportes de financiación.
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Finalmente, la otra figura a la que la clase política elección tras elección recurre de manera asidua, son las coaliciones, sin importar si se coaligan entre partidos, o entre estos y los GSC. Estas coaliciones tienden a tener un mejor desempeño electoral en el caso de alcaldías y gobernaciones. Ahora bien, dado que las coaliciones dan cuenta de una sumatoria de liderazgos electorales, que no necesariamente partidistas, salta a la vista un posible problema para la representación política, ya que, en no pocos casos, las coaliciones no se construyen de forma programática (para no entrar en los terrenos ideológicos) sino a partir de negociaciones burocráticas. Al final, lo que importa es ganar elecciones, sin que necesariamente medie una construcción programática.
De otra parte, al revisar la participación de las mujeres se encuentra que en nuestro país se evidencia un claro déficit en materia de participación/representación, en particular, éste se incrementa en las candidaturas para cargos uninominales (alcaldías, 15%, y gobernaciones, 12%), y disminuye en el caso de la conformación de las listas para los cuerpos colegiados (Asambleas, 37%; Concejos, 38%), resultado de la exigencia legal del 30%. Respecto a las listas a cuerpos colegiados, para estas elecciones el CNE permitió la presentación de listas conformadas exclusivamente por mujeres, sin que se aplique la exigencia del 30% del otro género. Esta decisión la tomó el CNE con base en los argumentos que presentó la vicepresidenta de la República, como parte de una puesta al día con los derechos de las mujeres, y enfrentar los rezagos de una discriminación histórica.
Al preguntarnos por la participación electoral en las elecciones territoriales de 2019, lo primero que hay que mencionar, es que como siempre, las elecciones subnacionales convocan a un número mayor de electores, que las elecciones nacionales. En este caso, la participación fue del 61% de los colombianos frente al 53% de las elecciones presidenciales de 2018; lo que se puede explicar por la cercanía entre el elector y los candidatos en dos sentidos: una basada en la representatividad, es decir, el elector se identifica más fácilmente con el candidato, dada su cercanía, tanto de vecindad como de problemas comunes; y uno segundo, basado en el pragmatismo electoral, resultado de la posibilidad que tienen los electores para desempeñarse en una posición de la administración local.
En conclusión, los resultados de las elecciones territoriales de 2019 dan cuenta de que los ciudadanos tienden a participar más en éstas, que en aquellas en las que se eligen autoridades nacionales. Tal vez, esto se deba a la cercanía que sienten los ciudadanos en materia de representatividad, aunque hay otros intereses personales (empleo, participación en la burocracia, contratación pública) que a corto plazo pueden modificar cualquier predisposición política de un ciudadano.
De igual forma, se resultado de estas elecciones, se encuentra que, aunque los partidos políticos tienden a ser las agrupaciones políticas a las que más recurren los ciudadanos, los Grupos Significativos de Ciudadanos y las Coaliciones empiezan a ganar un mayor espacio. No en vano, en las elecciones para alcaldías, las coaliciones obtuvieron un 28% de los votos, mientras que los GSC, obtuvieron un 23%. Es decir, un cuarto de los votos en estas elecciones está en manos de coaliciones que, casi siempre, se crean con un fin electoral, y son mediadas por unos acuerdos burocráticos, dejando en entredicho la representación partidista, toda vez que ésta es superada por dichos acuerdos. El otro cuarto, corresponde a una política mucho más personalista, en la que no queda claro a quién se le puede exigir el accountability. Para finalizar, si revisamos la votación de los partidos políticos para las alcaldías, se encuentra que estos obtuvieron el 40% de los votos, y de este porcentaje, si revisamos por afinidad ideológica, se encuentra que la centro derecha obtuvo un 24%, mientras que la centro izquierda se acercó a un 18%. Todo lo anterior, permite pensar que, para efectos de las elecciones presidenciales de 2022, las alternativas políticas tenderán hacia el centro, independientemente de la orilla de origen de los candidatos.