FORO CUBANO Vol 6, No. 61 – TEMA: CINE Y POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA
Entrevista a Carlos Caridad Montero director de “Hijos de la Revolución”
Por: Sergio Ángel Baquero
Octubre 2023
Carlos Caridad Montero, director y guionista de cine, personifica en sus obras el amor, con elementos de humor y una mirada incisiva a la realidad venezolana. Nacido en Maracaibo, Venezuela, y formado en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba, Montero ha llevado su pasión por el cine hacia la creación de obras que no solo entretienen, sino que además exponen la situación política y social de su país. A través de cortometrajes venezolanos y piezas de ficción, ha elaborado historias que capturan la complejidad de la vida cotidiana en contextos reales.
Sergio: Carlos, hemos terminado ya el Festival Interuniversitario de Cine por la Democracia. Allí pudimos ver tu película de Hijos de la Revolución. Y la idea de esta entrevista es indagar un poco más sobre toda la producción y la idea de lo que está allí detrás. Quisiera comenzar desde el título. Porque hijos de la Revolución, ¿de dónde surge esta idea de la película?
Carlos: El título hace referencia específicamente a la pareja principal, son unos niños que nacen en la noche del 4 de febrero de 1992 y por eso sus destinos quedan, de alguna manera, amarrados al devenir de la Revolución Bolivariana. Son unos muchachos que solamente han conocido la Venezuela de la Revolución Bolivariana, no tienen referentes de lo que pasó antes. Y, en ese sentido, la película se dirige específicamente a esa generación, a la generación de jóvenes que han crecido en la revolución sin ningún tipo de memoria, de cómo era Venezuela antes.
Sergio: En los intercambios que tuvimos, precisamente en el marco del festival, nos contabas que tú habías vivido un poco de esta revolución, pero en Cuba porque habías estudiado en San Antonio de los Baños. Cuéntanos ¿Cómo fue ese proceso tuyo? La Escuela de San Antonio es una escuela muy reconocida de cine ¿cómo llegas tú a San Antonio? Digamos ese proceso, ese viaje a Cuba: llegas a Cuba, cae el muro y cae el COMECON. Y con eso viene una crisis muy fuerte en Cuba. ¿Cómo fue esa experiencia?
Carlos: Yo siempre había querido estudiar cine, pero vengo de una familia que no tiene los recursos para pagar una carrera de cine formal. Tuve la suerte de conseguir un anuncio. Una vez encontré un anuncio de un periódico de las becas de la Escuela Internacional de Cine y Televisión. Me presenté y fui becado. Llegué a la escuela en el 90, justo meses después de haber caído el muro. Yo en esa época estaba trabajando en un periódico. No me había graduado de Comunicación Social, pero empecé a trabajar muy joven en los periódicos, un poco para pagar la carrera haciendo de todo. Tuve la suerte de que me invitaran a un viaje por Alemania justo en el momento en que había caído el muro, y por primera vez entré en contacto con un país comunista, o que acababa de dejar de ser comunista, que era la República Alemana del Este. Me impresionó mucho ese cambio entre una cosa y otra, entre pasar por el Checkpoint Charlie y cruzar el muro que ya estaba prácticamente demolido y que todo cambiara, era bastante impresionante. No me esperaba que también iba a encontrar eso en Cuba. Yo decía “bueno, esto es un país tropical, no debería pasar como pasó allá”. Y sin embargo llegué a Cuba cuando cayó el muro, cuando unos meses después de que cayó el muro y recuerdo que el proceso seguía, nosotros estábamos un poco aislados de la escuela en esa época, no sé ahora, pero en esa época no había internet, estaba hasta a cinco kilómetros del pueblo más cercano. Es lo que ellos llamaban una escuela del campo convertida en una escuela de cine. Escuela del campo donde iban los bachilleres, los estudiantes de bachillerato a sembrar. Empieza y sigue el proceso. Un día me llamó mucho la atención que estaba caminando por Centro Habana y el restaurante que siempre he visto que se llamaba Budapest, que igual estuvo siempre cerrado, ahora se llamaba Restaurant Caracas. Seguía igual, cerrado, pero había cambiado el nombre y alguien me dijo no, es que están cayendo los países del Este y siguen cayendo. Eso desató una crisis terrible en la isla. Todos veíamos como iban desapareciendo los productos de los anaqueles en las tiendas, en las diplo-tiendas y en las técni-tiendas, que eran la tienda para los técnicos extranjeros, que era donde podíamos comprar. Y eso se fue vaciando. Llegaron los cortes de electricidad, y cuando yo salí de La Habana se estaba hablando de hacer ollas comunitarias. Yo hice la música de mi tesis de grado con un músico cubano y tenía que pedir pan en la escuela, en la cocina de la escuela, para llevarle a él, para que él y su novia tuvieran algo, algo de comer. Y así fue como pude sacar ese trabajo. Pero te digo, fue una cosa que yo pensaba que no iba a pasar en Venezuela. Cuando yo regresé a Venezuela, y vi el movimiento económico, vi el petróleo, vi las calles llenas de gente, dije eso es imposible que pasé aquí. Aquí hay mucho dinero y aquí hay una democracia sólida. Y había un sistema capitalista cerrado. Estaba completamente equivocado.
Sergio: Y ¿de dónde surge esa idea precisamente de contar? Porque la película arranca en 1992 y va hasta 2017, que es una temporalidad bien interesante para para contar la historia de Venezuela.
Carlos: Eso era parte de la idea que traía Amaury Mogollón, el productor de la película. Él, que era asesor político, me dijo en ese momento que le gustaría tener una película que él pudiera entregar cuando la gente le preguntara: “¿qué ha pasado en Venezuela?”. Yo venía trabajando esa idea. Yo venía pensando mucho en eso, y había hecho una especie de diario en video de las protestas del 2017. Cuando estallaron las protestas yo salía todos los días con mi cámara a hacer un registro de lo que estaba pasando. Y me fui dando cuenta de la fragmentación comunicacional en que uno está sumido. En todo este proceso tan largo que solamente tiene fragmentos. Pero cuando lo pones en retrospectiva, que fue lo que me pasó con las protestas cuando empecé a armar esos fragmentos de episodios que iba publicando en YouTube, los veía juntos. Me daba cuenta de que había una línea narrativa y que tú podías ver lo que estaba detrás de esas protestas. Podías ver que no todo era lo que lo que te estaban contando y que tenía un fin determinado y tenían una estructura determinada. Y empecé a tomar notas para hacer una película que reuniera en una sola línea de tiempo lo que estaba pasando en Venezuela. Y curiosamente nos conectamos a raíz de que yo publique esas cosas, esos videos en YouTube. Ellos se me acercaron y me preguntaron si me interesaba el proyecto de Hijos de la Revolución.
Sergio: Es decir, ¿viene de Amaury la idea de desarrollar la película y hacen coincidir los dos proyectos?
Carlos: Exactamente.
Sergio: Ese punto de corte en 2017, esta idea y este encuentro ¿cuándo se produce?
Carlos: Esta idea del encuentro se produce en el 2020. Ya yo había publicado bastantes videos y estaba trabajando en un documental más largo que lo sigo trabajando sobre este proceso político de los últimos años. Pero nos encontramos en el 2020 coincidiendo en eso de que había que poner todo lo que había sucedido en una sola línea de tiempo. También la idea de él era que fuera una historia de amor, que me gustó, porque se acerca un poco al gran público. Quizás si la película no tuviera esa historia de amor y solamente fuera la historia que fue mi aporte, sobre todo en la película de los personajes secundarios, de cómo evolucionan, quizá hubiera sido imposible de ver.
Sergio: En esos personajes secundarios precisamente está el personaje del padre de la protagonista, la abuela del protagonista. Tú construiste esos personajes ¿qué hay detrás de esos dos personajes particularmente?
Carlos: En estos últimos, es inevitable no estar de un lado y otro. Sobre todo, si estás haciendo periodismo, si estás haciendo documentales o si estás haciendo arte. Está constantemente yendo de un lado a otro, yendo de un bando a otro. No hay esa línea divisoria imposible de saltar cuando tú estás haciendo, por ejemplo, política. Para mí fue muy impresionante ver cómo, a tu alrededor, todo el mundo se volvía chavista o todo el mundo se volvía opositor. Como, además, van durante todo este tiempo variando su posición política para acomodarlo un poco a la conveniencia. Y también eso lo vi en Cuba, también lo dicta la necesidad de sobrevivir. La necesidad de proveer cosas para para tu casa o para poner el plato en la mesa. Estuve muy cerca de gente que tenía grandes cargos en la industria petrolera y con la huelga del 2003 se vinieron abajo. Vi como muchos se fueron de Venezuela en ese momento y muchos de los que se quedaron pensaron “bueno, fuimos manipulados y perdimos nuestros privilegios y echamos a perder toda una carrera por sumarnos a una huelga que no tenía mucho futuro, si lo veías desde afuera”. Yo quería contar todo eso porque no se ha contado eso en el cine venezolano. De hecho, se hizo una película que creo que también lo comenté en los encuentros, sobre ese punto de la historia de Venezuela, el de la huelga del 2003, de la caída de Chávez y su regreso a los dos días. Esa película, adaptada de un libro del actual Ministro de Cultura, nunca salió. Nunca la dejaron poner en las salas del cine. No sé las razones; creo que tienen que ver con que en ese proceso de esa huelga y esa caída de Chávez está concentrado todo lo que estuvo mal en Venezuela. A partir de allí en adelante, creo que no fue constitucional el regreso de Chávez en las condiciones en que regresó. Y a partir de allí empezó el proceso de desinstitucionalización.
Sergio: ¿Si pensaras la película más allá de 2017? porque termina precisamente con esas protestas. El 2017 es un punto de quiebre muy fuerte. La crisis económica de 2017 es la más crítica para Venezuela y vienen después años muy caóticos, pero también muy diferentes a esos años venideros donde empieza la campaña en Venezuela de “arreglo”, sobre todo con el pico del año pasado, y todo ese proceso de dolarización de facto se ve. ¿Qué crees que ha pasado por encima de la película en lo que tiene de 2017 para acá, en esa realidad política de Venezuela?
Carlos: En el 2017, en las protestas ya estaba implícito el germen del proceso de desmovilización política que hubo después, ya al final de las protestas. Dentro de las protestas mismas se veía que la oposición estaba dividida en dos bloques y que hubo que pararlas porque estos dos bloques empezaron a chocar y a tener diferentes visiones de país y diferentes visiones del proceso político. Eso se comenta en la película y al final unos estaban a favor de unas protestas pacíficas, mientras que otros empezaban ya a con el discurso de que del chavismo o madurismo se podía salir solamente con una intervención extranjera. Eso dividió o polarizó también a la oposición. Este grupo que hablaba de la intervención extranjera. Yo lo encuentro además infiltrado, a veces infiltrado por el mismo Estado, por el mismo gobierno. Coinciden esos dos discursos. Por un lado, la oposición pidiendo una intervención extranjera y por otro lado el mismo gobierno diciendo que viene la oposición extranjera, y en esa división salta Juan Guaidó que fue momentáneamente una figura que logró unir esos dos polos, la gente se estaba desmovilizando políticamente, pero eso duró muy poco. Guaidó se hace presidente de la Asamblea Nacional a principios del 2019, pero ya en marzo, cuando ganó, cuando se hacen los grandes apagones, comenzó su caída. Guaidó había llegado de una gira en el exterior, en marzo del 2019, había anunciado una gran movilización en Venezuela. Dos días después, nos quedamos una semana sin luz en todo el país. Debido a la crisis económica las operadoras de celulares de las redes celulares no dieron los mantenimientos adecuados a las celdas y la batería estaba mala; había muy pocos lugares que tenían acceso a datos celulares e internet. Cuando yo logro por fin conectarme a Internet después de un día o algo así incomunicado, y entro a Twitter, me asombro de que no se habla en las redes del tema del apagón, sino que son cientos de miles de mensajes atacando a Juan Guaidó. En ese momento, para mí estuvo claro que había una campaña contra la figura de Guaidó. La oposición en este momento no supo sopesar el poder que tenían las redes sociales y lo fueron minando. Se fue completamente corroyendo la figura de Guaidó a punta de tuits y quedó completamente arrasado y de alguna manera desprestigiado. Al final ya era casi que una figura cómica. Ese proceso no solamente se dio con Guaidó, sino que se dio con toda la oposición. Fue un proceso llevado a través de campañas, en medios, en redes sociales, a favor de esa desmovilización política de Venezuela. Si me pidieran hacer una película sola sobre este proceso luego de Guaidó, creo que la figura protagonista y central debería ser el mismo Ángel, hijo de la Revolución, o su exesposa Edith, que trabaja en una granja de trolls de internet haciendo este tipo de campañas.
Sergio: Una de las cosas interesantes de la película son los dos personajes principales. Tú lo planteabas precisamente desde el punto de vista de esa polarización y también el hecho que hemos puesto muy en lenguaje venezolano esas figuras que saltan la talanquera. Pero, una cosa muy interesante es tomar precisamente una figura, la figura de Laura, que viene de una familia opositora del mundo petrolero y un chico que nace en una familia muy humilde, pero también su mamá trabaja en el mundo petrolero. Es decir, un poco también dando esa esa sensación de movilidad y ascenso social, porque los dos estudian en el mismo colegio. A lo largo de la misma película está esa sensación de movilidad social de los círculos más vulnerables. Pero la movilidad social con la precarización educativa, un empeoramiento de la calidad de vida con una ruina total del país. Es decir, y la frase final cuando precisamente se refiere a la comandanta “ahí tienes tu revolución” creo que es una sensación muy fuerte de lo que realmente fue el resultado. Quisiera que nos hablaras un poco de lo que para ti representa la idea de la revolución que querías plasmar en la película. Tú viviste, digamos, de una u otra manera, la Revolución cubana en uno de los períodos más críticos. Y has vivido la Revolución Bolivariana. Eso es de principio a fin, pero también la viviste en los momentos más crudos. ¿Qué querías retratar de ese concepto de revolución, después de estos dos episodios sobre lo que puede significar una revolución y la promesa de una revolución para una población?
Carlos: la clave del tema político, a mí me la ha dado un poco la lectura del Milan Kundera, el escritor checo, en un ensayo titulado “Los testamentos traicionados”; él compara el proceso de Kafka con 1984 de Orwell. Y dice que él siente que Orwell es totalitario consigo mismo y con su propia obra. Dice que una vez que cae el comunismo checo, él se asombraba de que mucha gente decía que habían sido años horribles y que él no lo recordaba completamente. Un tipo perseguido que se tuvo que ir de Checoslovaquia. No recordaba que fuera completamente horrible. Y entonces él habla de los totalitarismos personales, de cuando uno se convierte en una especie de propaganda, de una corriente y otra. Creo que eso es necesario para el sostén de una revolución: convertir a la gente en totalitarios individuales. Es decir, él decía que la gente simplifica la complejidad de su vida, de su personalidad a solamente el aspecto político. Y luego ese aspecto político que, puede ser muy complejo, a pesar de que de que sea solamente una cosa unidimensional en tu vida, lo simplifica a un lado u otro de un discurso propagandístico. Yo quería retratar esa reducción de la complejidad de la vida a un solo aspecto. Y en esa complejidad reducida, restringida al aspecto político, surge el personaje de Lina, de la Comandanta, que es ella, en sí misma un discurso político. Es la encarnación de un discurso político. Por otro lado, está Edith, la esposa de Ángel, la mamá de la protagonista, que va haciendo este mismo proceso de reducción y quizás en ella se ve mejor porque es la que vemos evolucionar de una complejidad donde ella es capaz de decir “mira esto, un golpe de Estado” cuando su marido dice que es un golpe de Estado en 2003, a una mujer que las circunstancias personales la llevan a una radicalización. En Venezuela durante la protesta yo veía muchas amas de casa completamente radicalizada y lo que sentía era que estaba haciendo catarsis de algún problema personal o digamos, un problema personal que se le fue su hijo, de que no tienen a su marido cerca. Venezuela es una sociedad de muchas mujeres solas y por eso hay tantas mujeres en la película y los hombres son prácticamente ausentes. No sabemos quién es el papá de Tomás, y Ángel se convierte al final un hombre ausente de su hogar, casi que pierde a todo tipo de comunicación, incluso con su hija. Entonces, detrás de todas las revoluciones, yo quería mirar cuáles son los procesos personales que la sostienen.
Sergio: ¿Hay algún ganador de la revolución?
Carlos: Nadie. La revolución misma se sigue manteniendo, se sigue devorando a sus hijos. Y allí va ella, eternizándose. Pero no hay ningún ganador. O bueno, uno puede decir que los dirigentes. Pero incluso yo creo que, siendo un dirigente de una revolución, está condenado completamente a la soledad, a estar rodeados de escoltas. Puede tener unas camionetas blindadas, pero aún así no poder disfrutar prácticamente de la vida.
Sergio: En el discurso de Fidel “Palabras a los intelectuales”, el apartado que aborda la Revolución y el derecho de la revolución a sí mismo es muy consistente con las palabras que acabas de plantear: el sacrificio de todo en favor de la Revolución, a costa de la Revolución y por encima de la misma Revolución. Es decir, al final de cuentas, que ese es un poco también la sensación de la película, ese todos pierden. Quiero preguntarte por la música. Hay canciones que vienen del llano colombiano, y también al final hay una relación muy estrecha con Colombia. ¿Cómo surge esa iniciativa de vincular esa música con la película?
Carlos: una de las productoras es colombiana, Wanda Perilla de Villavicencio, cercana a músicos de Colombia de esa zona. Toca muy bien las maracas cuando tocan música llanera, y ella es una gran aficionada a la música. Lo conversamos mucho a ver cómo logramos esa fusión, porque al final de la película Laura se va a Colombia. Laura termina en Cali. Y queríamos fusionar esos dos países a través de algún elemento. Y ese elemento se nos ocurrió que podía ser la música. La música llanera colombiana no se diferencia mucho la venezolana, pero tiene un toquecito de Colombia. Los cantantes tienen ese leve acento colombiano que no es exclusivamente llanero de Venezuela y yo soy de Maracaibo, una ciudad fronteriza prácticamente con Colombia. Estamos muy cerca de la frontera con Colombia y en Maracaibo solamente se escuchan dos ritmos: la gaita en los últimos tres meses del año, y el vallenato los 365 días del año. Y por eso en la fiesta escogemos una especie de reggaetón con un acordeón vallenatero atravesado. Queríamos eso, hacer esa mezcla, porque al fin y al cabo son países que estamos uno al lado del otro. Y bueno, mi familia está llena de conocidos en Colombia.
Sergio: Con los protagonistas juegas mucho con el estereotipo: la idea de la clase asociada a la raza, y una protagonista que viene de la oposición, catira, blanca, etc. Y un oficialismo asociado a un chico humilde, moreno, etc. Cuéntanos un poco de esos estereotipos.
Carlos: mi idea del cine no tiene que estar cien por ciento amarrado a la realidad. En el Festival de Mérida había una chica que estaba indignada por esa relación, y yo decía “ella no se está dando cuenta que tiene unos esquemas de clase de raza muy profundos”. Y me decía “esos esquemas tan rígidos es algo político”. La sociedad venezolana y particularmente la sociedad caraqueña, tiene una idea de raza que no la menciona y una idea de clase muy rígida donde esos dos mundos no se tocan. Ahí hay puntos de encuentro de esos mundos, de esos puntos de encuentro. Siguen siendo algunas universidades públicas donde gente de diferentes clases sociales pueden llegar. Ahora están en una crisis increíble y están desapareciendo las universidades públicas. En algún momento de los años pasados, los colegios también públicos, fueron ese punto de encuentro, pero ya eso completamente desaparecido. Y en algunos programas, como por ejemplo la educación dentro de la industria petrolera. Yo tuve una amiga cuyo padre era profesor, pero ella estudió en un colegio donde estaban los hijos de los grandes de PDVSA. Eso también desapareció. Entonces, la desaparición de esos puntos de encuentro de la sociedad venezolana ha provocado, yo creo que completamente adrede, una mayor polarización y distancia entre los diferentes estratos de Venezuela. Una de las cosas esenciales para toda revolución es dividir a la población en bandos irreconciliables: bando político, bando de clase, bandos raciales. Increíblemente, Cuba también está muy dividida racialmente, y también está muy dividida políticamente entre los que se fueron y los que siguen, entre los que alguna vez militaron en el Partido Comunista y los que no, entre los que tienen familia afuera y les mandan dinero y los que no. Eso es esencial para la revolución. Y yo quería ver la reacción de la gente ante esa relación entre Laura (que no termina de ser una chica fresa, como dirían en Colombia, porque tiene una onda un poco malandra de clase media), y un chico moreno, de clase popular. Curiosamente se escandalizan, pero eso se está dando en Venezuela casi a diario. O sea, tú ves como hubo efectivamente una revolución. En eso consiste la revolución, en una clase emergente que tomó el poder. Eso pasó en Venezuela. Y ves parejas que se salen del barrio y están parados con una catira, cosa que quizás no era tan común. Entonces eso que tú notas de desplazamiento social se ha dado en ese tipo, pero la gente no lo ve, la gente lo ve en la pantalla y dice esto no puede ser, esto no puede ocurrir. Sí ocurre, pasa que no lo están viendo, no están poniendo atención a lo que está pasando. Eso también ha pasado mucho con la oposición venezolana. Quizás a mí me pasó porque ya pasé por Cuba, vi lo que era la Alemania del Este. Por no tener referentes de lo que es una revolución no saben todavía cómo enfrentarla. Yo lo sigo viendo enfrentándola con herramientas democráticas.
Sergio: ¿Has tenido problemas por la película? ¿Crees que la película te pueda traer algún tipo de consecuencia? ¿Has tenido consecuencias por la proyección de la película?
Carlos: Hasta ahora no hemos tenido ningún tipo de consecuencia. Pasó en Venezuela, que se nos adelantó una película llamada “Simón”, que denuncia fuertemente los cuerpos de seguridad y las torturas durante las protestas. Una película que está filmada en Miami con prácticamente nada en Venezuela. Y esta película yo creo que se le filtró al gobierno. Pensaron que no iba a tener la repercusión que tenía, que ha tenido y a resultado un fenómeno incluso de público. Cuando yo me acerqué a las distribuidoras para poner mi película, el ánimo era “mira, a la gente ahora no le interesa la política”. Hay gente que se me acercaba y me preguntaba “¿cómo se llama la película?, ¿cuál es el título?” Al responder “Hijo de la Revolución” me decían “Uy, no… cambien el título. No queremos saber nada de política, no queremos saber nada de revolución”. Pero “Simón” se ha convertido en un éxito y creo que nos afectó negativamente porque ahora no hay manera de poner la película a en las salas. Creo que no se van a permitir otra vez ese fallo, la película que ellos decían “película de 6000 espectadores no tumba gobierno” resulta que lleva 120.000 espectadores y sigue en las salas. He visto que ha habido rumores de que la han sacado de ciertas salas con la policía, cuerpos de seguridad, han cerrado cines y han dicho “esto no se pasa acá”, y nosotros ya tenemos seis meses esperando la certificación que nos permitiría ponerla en las salas y no nos las han dado. No creo que nos las den. Creo que esa será, espero, la consecuencia más evidente de haber hecho esta película. Igual la vamos a seguir moviendo en cuanto festival o cuanto muestra podamos moverla fuera de Venezuela.
Sergio: Eso te iba a preguntar ¿te gustaría seguir expandiendo la película de manera independiente? ¿la idea es proyectar y dar a conocer precisamente esa realidad de Venezuela al mundo?
Carlos: A nosotros nos ha afectado mucho el proceso de polarización no solo latinoamericano sino mundial. En Brasil yo hablé personalmente con la organizadora de un festival y me dijo “mira, toda película que sea contra Maduro aquí va a ser leída como a favor de Bolsonaro y no queremos eso”. Entonces nos afectó por ese lado. Pero también la proyección de “Simón” en Colombia, en Argentina, en Chile, en Perú, nos ha enseñado de que hay un público de venezolanos fuera de Venezuela, ávidos por ver películas de este tipo. Entonces ya estamos creando una especie de plan de distribución para hablarle o para buscar ese público venezolano, al menos que de alguna manera, en el caso de “Simón” le abrió un poco los horizontes de distribución, porque “Simón” también estaba sufriendo un poco esto que acabo de mencionar de la polarización a nivel mundial. Ya la gente está empezando a abrirse más al tema, y a entender que no necesariamente porque uno critica a Maduro entonces está a favor de VOX en España.
Sergio: ¿Qué querías transmitir con la película? ¿qué quisieras que la persona que vea la película se lleve de esta película?
Carlos: Para mí lo más importante que quiero que el espectador se lleve es que tenga una visión global del proceso venezolano, que no se quede solamente con un fragmento, y que se dé cuenta que puede fijar en su memoria cómo es este proceso revolucionario, como la revolución funciona a nivel personal, cómo te va minando tu personalidad, como te la van reduciendo a un solo aspecto y como al final terminas reducido, como pasó en la Revolución Cubana, a tú mera sobrevivencia, donde lo único importante era tener un pan y café con leche para pasar el día.
Sergio: A mí hay particularmente dos cosas que me gustan de la película. Primero, me gusta el concepto de revolución, porque creo que al menos la experiencia histórica ha demostrado esos profundos giros que han conducido al final a retrocesos, sobre todo las revoluciones latinoamericanas. Y me parece que es muy interesante como lo planteas. También es paradójica la censura en determinados festivales, plataformas y espacios que, por traer esa impronta que podría resultar polémica, prefieren marginalizar la película. Pero creo que eso es una apuesta muy interesante y que debe ser una insignia de la misma película. Es decir, no debería marginarse. Y creo que ese es un elemento muy poderoso. Y el segundo elemento que me parece también muy interesante es la forma como tú logras a través de la película trazar todo este período de la historia de Venezuela, una historia que parece ser muy light, pero con un peso histórico y una rigurosidad en el manejo de las imágenes, con una reconstrucción muy potente que además hace que todas las personas se sientan identificadas. Es decir, cualquier persona va a estar de un lado del otro y hay una complejidad en los personajes que hace indefectiblemente que todos ubiquen a alguien que conocen muchos, o sea, las divisiones al interior de la familia, los abuelos o las abuelas que terminaron metidas en estas milicias y terminan marchando allí y actuando junto con las fuerzas militares. Esta complejidad me parece que es bien interesante dentro de la película. Yo quisiera cerrar con una última pregunta Carlos, y es que viene para ti desde el punto de vista de tu proyecto creativo. Nos hablabas de un documental, pero ¿esta película cómo se inserta dentro de tu proyecto creativo? ¿fue algo aislado que te apareció de repente como un proyecto, o hay algo que estés pensando y en lo que estés trabajando hacia futuro en tu carrera?
Carlos: Ahora estoy un poco enfrascado en un guion, que es un tráiler. Tiene un trasfondo también de particular un momento en Venezuela, pero es solamente el trasfondo. Estoy trabajando en dos documentales, pero hay uno bueno también sobre el proceso político que toca aspectos de la sociedad venezolana, pero quisiera hacer una película sobre la migración, sobre la gente que se ha ido y cómo han vivido ese proceso. Un poco sería casi que la continuación de Hijos de la Revolución, es tomar hijo de la revolución donde termina y arrancar a partir de allí. En Cuba también era interesante ese proceso, era interesante esa división entre los que se fueron y los que están acá hace ratico. Hace algún tiempo, un cineasta que está fuera de Venezuela nos atacaba a los que estamos dentro, decía “¡es que ustedes no denuncian, no hablan!”. Y era ver otra vez esa división de los cubanos de afuera y dentro. Pero con venezolanos quisiera explorar ese asunto de la diáspora venezolana y de la migración venezolana, porque cuando me pongo a pensar en Venezuela en este momento es sumamente complejo y difícil de decir. Siempre me acuerdo de ‘Juan de los Muertos’, una de las películas de zombis cubana; hay un momento donde uno de los personajes dice soy un sobreviviente del Mariel, soy un sobreviviente del período especial y soy un sobreviviente de esto que vino después, no haya como definirlo. Bueno, yo creo que esto lo estamos viviendo en este momento, que es muy difícil de definir.
Sergio: Se me ocurrieron dos preguntas que no quisiera dejar pasar. El año pasado, a propósito de esto que acabas de decir, proyectamos ‘Infección’, una película de zombis; y hablábamos precisamente con quienes estaban al frente de la dirección y la producción de la película. La película fue censurada en Venezuela por mostrar imágenes de Nicolás Maduro, unas imágenes muy rápidas y escuetas. Ustedes no hablan de Nicolás Maduro. No aparece la imagen de Nicolás Maduro, formalmente hablando. ¿Fue una acción deliberada para evitar este tipo de censura o fue que no le dieron la importancia y la relevancia? Porque hay como una claridad en la imagen de Chávez y de repente desaparece esa figura personalista.
Carlos: Yo no sé cómo tomar a Maduro todavía. A Chávez sí supe cuál era el flanco, cuál era el tratamiento que le iba a dar. Pero a Maduro todavía no, creo que es pronto para hacerlo. Ya yo sabía que con solamente poner a Chávez podía tener más problemas que poniendo a Maduro, no tenía nada que ver con la censura, porque ya igual la iba a tener. Pero no sé cómo definirlo. Y la verdad, si te soy sincero, no me parece cinematográfico todavía. Me parece… como un segundón. Un segundón en una historia en la que en realidad no debería estar donde está.
Sergio: Quisiera cerrar con ahora sí con esta pregunta. En algún momento tú tuviste una suerte de romanticismo. Cuando fuiste a Cuba, alcanzaste a tener un romanticismo en lo que era el proceso revolucionario, cuando estuviste en la universidad, quizás participaste porque estuviste en la universidad indefectiblemente en esa década de los ochentas, que fue una época muy importante en Venezuela, en mucho de la crisis de esa 4.ª República. ¿cómo fue ese proceso de romantización?
Carlos: Inevitable. Los ochentas eran marchas, protestas. Y uno se identificaba con la izquierda, obviamente. Pero ¿sabes qué fue lo que me pasó, lo que me puso los pies en la tierra? La caída del muro cuando nadie se lo esperaba. También vivimos un poco el proceso de la perestroika y el glasnost, empezabas a ver noticias de eso, y como desapareció por completo un lago interno de la Unión Soviética por cuestiones ambientales, que aparecía en el mapa y que nadie sabía que había desaparecido. O cómo es posible que haya pasado el desastre de Chernóbil, básicamente por incompetencia. Después, cuando estuve en Cuba, entendí la incompetencia soviética con la tecnología; era increíble. Pero ese proceso de caída del muro, de ver la gente subiendo al muro o demoliendo a martillazos, eso fue lo que a mí me llevó a decir “bueno, esto la verdad es que no funciona”. Y no lo había vivido. Uno puede ser muy socialista y todo lo demás, pero no ha vivido una revolución. Entonces, cuando voy a Cuba y veo la realidad de cómo es un país socialista, tienes que ser muy descerebrado para seguir apoyando un régimen como ese. Ahora veo las deformaciones en el lenguaje que se usaban contra gente que había salido buena, parecen espantosas. O los famosos actos de repudio, donde se reunía la cuadra y les caían a insultos, a orines, a huevos podridos, a una familia que estaba dejando el país. Eso ahora me parece de una inhumanidad difícil de describir, todo el proceso que vivió la gente que se fue. Y cuando llegas allá, y ves la realidad, cómo funciona y lo que te hace sentir, en verdad es difícil de justificar.
Sergio: Carlos, mil gracias por haber compartido tu película. De verdad te puedo decir que en el festival los estudiantes que pudieron verla se sintieron completamente sintonizados. Creo que el propósito que persigue efectivamente logra transmitirse. Y yo creo que es una película que hay que apuntarle a públicos más allá de los venezolanos, que es una película diferente. Mucho del cine cubano solo le habla a otros cubanos, pero creo que el cine venezolano ha logrado transmitirse de manera muy exitosa a otros públicos y es mucho más universalista, y creo que eso hay que aprovecharlo. Creo que es una película que puede servir muchísimo. Creo que la gran dificultad, como lo decías ahorita con el caso de Brasil, es que cuando uno es un verdadero demócrata, está muy a la izquierda para aquellos que están a la derecha y está muy a la derecha, para aquellos que están a la izquierda. Y creo que eso también es un poco lo que aparece en la película. Esos dogmatismos hacen que indefectiblemente clasifiquen a la película de una forma equivocada y realmente no permitan entender la realidad de lo que hay detrás de este tipo de proyectos. Y lamentablemente, hasta que no se vive nadie aprende con revolución ajena, y es muy difícil que esto se pueda transmitir. Lo que sí te puedo decir es que, de nuestra parte del Programa Cuba en el Festival, nuestra tarea no termina aquí. Ya te lo he planteado. La idea es que podamos seguir pensando juntos y ver qué canales podemos abrir para que esta película se transmita a la mayor cantidad de personas posibles, no solo por la cantidad de personas venezolanas que están acá en Colombia, sino porque creo que el mensaje que ustedes quieren transmitir ahí mismo en la película es un mensaje que debería expandirse y discutirlo. Si las personas que no les gusta la película pueden tener la posibilidad de interpelar y plantear qué es lo que está detrás, y por qué creen que hay una suerte de sesgo, creo que ahí es donde hay una tremenda riqueza de verdad. Mil gracias por compartir la película, por haber abierto este espacio, y que vengan muchos más espacios de aquí en adelante y, por supuesto, en tu proyecto cinematográfico.
Carlos: Muchísimas gracias por la invitación. Me ha brindado la posibilidad de verdad conversar sobre la película, sobre estos temas de la película, que no he podido hablarlos con prácticamente nadie. No he podido explayarme en conversaciones como ésta y discutir lo que hay detrás de la película de una manera un poco más profunda y no tan superficial. La verdad que, de verdad, muchísimas gracias y ojalá podamos seguir en contacto e incluso tengamos proyectos juntos.