TEMA: CUBAZUELA
Entrevista a Héctor Schamis
El 6 de agosto de 2019 el profesor Sergio Angel (SA) se reunió con Héctor Schamis (HS), doctor en Ciencia Política de la Universidad de Columbia, ex columnista del diario El País, actual columnista de Infobae, Profesor de Georgetown University y Consejero Académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). El encuentro se produjo a propósito de la Conferencia defensa de la Democracia en América Latina, realizada en el Hall 74 de la Universidad Sergio Arboleda en Bogotá. A continuación presentamos los apartes más relevantes de la entrevista:
SA: ¿Cómo definirías al régimen cubano?
HS: Cuba es una autocracia, un gobierno elegido por sí mismo. Es una dictadura con rasgos despóticos y dinásticos, de más de sesenta años en el poder. No hay forma de clasificarlo de otra manera; es el gobierno más largo del continente iniciado por un hombre que le cedió el poder a su hermano y que ahora está en una figura cercana.
SA: Desde tu punto de vista, ¿cómo ha sido el uso del soft power por parte del régimen en Cuba?
HS: Mucho antes de que tuviéramos el concepto de soft power de Joseph Nye, Fidel Castro ya lo entendía. Efectivamente, se reunió con muchos intelectuales, escritores, periodistas y artistas para construir una versión romántica de la revolución, el mito del hombre nuevo y todos los otros mitos que le han dado identidad a esta revolución. No más aquí en Colombia Gabriel García Márquez, el escritor más importante de la región, acuñó el término “periodismo militante”, que exhortaba las ideas de la Revolución sobre el marxismo. Y la realidad es que eso era un proyecto tiránico y el tiempo lo ha demostrado. Hay elecciones periódicas donde se puede votar pero por un solo partido, no hay garantías y libertades básicas como el derecho de expresión o reunión, hay persecuciones constantemente y el sistema es eficiente porque ha ejercido un control de la sociedad por 60 años a muy bajo costo. El otro día Yoani Sánchez me decía que la generación histórica era intocable alrededor del mito revolucionario, pero ya quedan nada más dos actores de esa generación, los cuales son octogenarios y por tanto hay menos mecanismos de control social.
SA: Tú publicaste un artículo sobre la diplomacia médica cubana, cuéntanos qué desarrollabas en ese artículo y por qué a partir de eso dejaste de publicar en El País.
HS: La causa que yo encontré fue una denuncia del programa de médicos en Brasil hecha en un juzgado de Florida. Cuando yo publiqué esa nota sobre el programa de médicos en Brasil, a raíz también de una denuncia legal formulada en Estados Unidos, al día siguiente bajaron mi nota de la página y me dieron una explicación eufemística, diciendo que iban a cambiar el diseño de la página y ahora los columnistas no iban a ser semanales. Pero eso no ha ocurrido, siguen los que estaban cuando yo era columnista de El País. No usé adjetivo alguno pero creo que está claro que la línea editorial de ese periódico se modificó con el cambio de gobierno español y la política exterior de España en Cuba es muy cercana a los intereses de las empresas turísticas que operan en la Isla. No me quejé, mi columna fue levantada y la llevé a Infobae; allí escribí un análisis secuencial de la primera columna, porque muchos médicos me comenzaron a contactar por las redes sociales para contarme sus experiencias y además agradecerme por visibilizar esta realidad.
Básicamente, el programa es usado para obtener divisas para el régimen y constituye un sistema de explotación, de esclavitud, de tráfico de personas y vulneración de derechos laborales, civiles y humanos. Los que son elegidos no pueden decidir no ir, sus familias quedan en Cuba, no se les entrega pasaporte, no saben el destino, no saben cuánto durará la misión, reciben el 10% de lo que Cuba recibe y además, los obligan a realizar funciones de propaganda y de inteligencia en el país receptor. Entonces, es un sistema de coerción y explotación. Tienen a sus familias de rehenes en Cuba, lo que los obliga a volver y les impide rechazar el programa.
SA: ¿Tú qué opinas de los intelectuales, periodistas y personas que siguen defendiendo a Venezuela en la actualidad? ¿Cómo opera esa colaboración? ¿Es una muestra de soft power?
HS: Yo creo que si esos intelectuales son verdaderamente progresistas, el progresismo es acerca de derechos y en Cuba hay muy pocos. Los derechos sociales, la igualdad y la calidad de la atención médica son un mito, eso también está comprobado, las estadísticas sanitarias se las inventan, no son lo que son y eso está incluido en la denuncia a la CPI. Entonces, si son progresistas que hablen de derechos y sean conscientes de ellos, pero si están cautivos del régimen de La Habana no lo van a hacer.
Una vez un periodista me preguntó si mi nota era de izquierda o de derecha, y yo le dije que mi nota era sobre los médicos, y que “es una nota de izquierda porque la izquierda funciona sobre la defensa de los derechos de los trabajadores”. Si de eso se trata, yo estoy hablando de los derechos de los trabajadores cubanos de la salud, que son explotados y traficados, porque esto es tráfico de personas, y que están sometidos a un régimen coercitivo y autoritario que hace 60 años está en el poder. A mis ojos esto es tan evidente y lo que está a la vista no merece otra calificación. Además, no hay sindicalización privada en Cuba, no existe el sindicato como lo conocemos en cualquier otro país donde pueden ejercer presión política.
SA: A propósito de eso, se afirma que Cuba no es socialista ni capitalista, sino un “capitalismo de Estado”, ¿qué opinas?
HS: Sí, porque las empresas militares vinculadas a la familia dirigente y la élite gobernante tienen empresas con las cuales se lucran y se enriquecen, y estos sistemas centralmente planificados invariablemente terminan en corrupción