TEMA: ESCRITORES Y ARTISTAS
Entrevista a Luis Manuel Otero Alcántara en La Habana
Diciembre 2019
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Luis Manuel es un artista independiente, y diríamos, transversal a toda institución en Cuba. Comenzó su carrera como outsider y se ha mantenido desde entonces fuera de los márgenes de lo políticamente correcto en la escena cultural cubana. Sus proyectos (Bienal 00, Movimiento San Isidro), performances (Miss Bienal) e instalaciones (La estatua de la libertad) han puesto a discursar las zonas más ‘sagradas’ de la narración revolucionaria. Ello le ha generado tanto malestar al gobierno cubano, que Luis Manuel ha sido sistemáticamente criminalizado desde campañas mediáticas, detenido (18 veces en lo que va de año), y coactado como estrategia de cerco para su creación y persona. Con él hablamos en el barrio de San Isidro.
Sergio Angel: Luis Manuel, ¿qué es el Movimiento San Isidro y cómo surgió? ¿Quiénes forman parte del movimiento?
Luis Manuel Otero Alcántara: El Movimiento San Isidro es ante todo una respuesta a varios eventos que generaron inquietudes. Primero yo y Yanelys Núñez comenzamos con el Museo de la Disidencia. El Museo de la Disidencia es un espacio líquido, como sabes, que tiene su página web, con la intención de incluir todas las expresiones de disidencia. También es un espacio vivo donde estamos constantemente produciendo eventos, haciendo cosas, acercando a la gente a la palabra disidencia, que es algo a lo que en Cuba la gente le tiene temor, por la narrativa del gobierno. A partir del Museo empezamos a tener relaciones con mucha gente, sobre todo personas que estuvieron activas en algún momento. Quisimos, entonces, rescatar un montón de fenómenos que habían pasado aquí y que en ese momento estaban súper apagados, uno de ellos era Omni Zona Franca, con Amaury Pacheco. Amaury fue como la puerta hacia todo, toda su experiencia, contactos, personajes que se fueron acercando, géneros que comenzamos a tratar. La poesía, por ejemplo, hicimos un evento que se llamó “Otro poeta suicida”.
Luego hay un momento cumbre también, que es la Bienal 00. En la Bienal 00 logramos hacer como una especie de muestrario de todos esos personajes que estaban perdidos de la escena como Soandry del Rio, los raperos Puños Arriba, Michel Matos, Amaury, Ítalo. Ya era como un muestrario de expresiones diversas de poesía, hip hop, pintura, que mostraban que algo existía, algo independiente, real. Aunque no lo ‘independiente dependiente’ que quiere el gobierno hacer ver, sino independiente partiendo de la resistencia. Resistencia en el sentido en que estás arriba de ellos, y sigues trabajando y tienes que tener el cerebro dividido a la mitad, uno para crear tu obra y otro para ver cómo ellos te dejan hacer la obra.
Un mes después de la Bienal 00, el gobierno responde con el decreto 349, y ya el 349 sí fue como algo personal. Yo incluso hice una huelga de hambre y de sed, era la guerra. Para canalizar todo ese malestar y toda la labor de dos años de trabajo, surge el Movimiento San Isidro, hacemos el Manifiesto San Isidro y demás.
S.A.: Como outsider tú y tus colegas, ¿cómo se posicionan y cómo pueden defender esa independencia, tan relativa y polémica, frente al decreto 349?
L.M.O.A.: Primero, el 349 es un favor que nos hicieron, eso lo he dicho varias veces. Un favor en el sentido en que en Cuba durante sesenta años se ha censurado, se ha reprimido, se le ha ido arriba al artista, ahí tenemos a Reinaldo Arenas, a Heberto Padilla, a El Sexto, a Tania Bruguera, a mucha gente. Pero era muy difícil, a nivel intelectual, poder enjuiciar al régimen. De hecho, nosotros en el Museo de la Disidencia tenemos una sección que es de Arte Políticamente Incómodo porque no podíamos referirnos explícitamente a arte censurado. Te explico, el gobierno, con Lezama Lima, decía que no era de interés editorial. Entonces, usaban esos términos que, cuando tú los escuchas en el mundo, tienen lógica: no todas las editoriales les interesan publicarte a ti, la cosa es que estamos hablando de la política cultural de un país completo, no de una institución o imprenta singular. En el mundo estamos hablando de editoriales, aquí es el peso de un país completo encima de ti.
El 349 es como un error del sistema porque nos da a nosotros una herramienta para decirle a ingenuos de fuera que la censura existe, ¿entiendes? Yo he estado en Francia, en Argentina, con personas de izquierda que reproducen todos los patrones sobre Fidel Castro, Venezuela, la polarización con los americanos, y yo les he dado el decreto en la mano y dicho “bien, ahora por lo básico, humano y universal, fuera de ideología, léete esto, ¿tú dejarías que se aplicara esto en tu país?”, y la respuesta es sencilla: “no”; “bueno, pues yo tampoco quiero que un sistema me aplique esto en mi país”. Entonces el 349 es esa especie de lupa que ya tiene nombre. Si ahora mismo me reprimen, ya no existe ese lenguaje cultural enmascarando la censura, ahora es el 349. Ahora mismo hay un régimen que legitimó la censura y la represión, ya es un número y es la mejor y más clara explicación para nosotros donde quiera que nos paremos. El 349 es ese parteaguas por el cual yo puedo sentar a cualquier intelectual medianamente coherente (no un comisario o burócrata político) y no puede ignorar mi denuncia, tiene que admitir la represión implícita en el texto.
S.A.: Háblanos un poco de tu experiencia en la Bienal 00
L.M.O.A.: Nosotros con la Bienal 00 teníamos una intención marcadamente cívica, y política también. El discurso que teníamos era super light, queríamos incluir a todo el mundo, dialogar con las instituciones, ahora, yo nunca negocié mi independencia con el régimen, y es ahí donde él termina coaptándome. Primero que todo, nos habíamos adueñado del título de la bienal de arte oficial, y segundo, ellos sabían que conmigo no podían negociar nunca la estructura de la Bienal 00. Como resultado, reprimieron a un nivel tan alto, tan excesivo, que fue hasta traumático a nivel psicológico: represión, prohibición de entrada al país a artistas extranjeros invitados, persecución, criminalización de los artistas, campañas de descrédito por los medios de prensa nacionales. Te cuento que organizaban a los estudiantes de las escuelas de arte y de la facultad de arte y letras, y les proyectaban un material audiovisual armado donde me criminalizaban, para que la gente se autocensurara y no se atreviera a relacionarse conmigo. Sin embargo, existieron personas que se levantaron y acusaron a los organizadores de manipulación y al video lo catalogaron como una falta de respeto, además defendieron la pertinencia de la Bienal como proyecto, eso caló y se dispersó de boca en boca y la gente creó conciencia alrededor de lo que ciertamente estábamos haciendo.
S.A.: Se ha hecho conocida (y reiterada) la presentación de determinados emprendedores y artistas como sociedad civil. Desde tu lectura más ‘artivista’, ¿crees que es un grupo que entrega derechos políticos para preservar derechos económicos?
L.M.O.A.: No, realmente más que entregar ellos son producto del sistema. Cuando tú me dices que entregan derechos significa que en algún momento los tuvieron o saben cómo articular esos derechos políticos para negociarlos. Ellos nacen bajo el manto de una construcción sistémica, tienen posiciones y privilegios inalcanzables para otros. ¿Cómo Clandestina puede tener un desfile en un estadio en Cuba, con tantas restricciones y paranoia que hay en este país?
En Cuba, para hablar de independencia hay que hablar de política. Al régimen siempre le ha interesado generar especies de simulacros constantemente: te permitía un festival como Rotilla porque le servía. El día que se le hizo incómodo lo prohibió y construyó otra cosa. Ahora mismo hay un simulacro de independencia, desde la galería de Perugorría hasta la marca Clandestina, Fábrica de Arte, etc. y cuando llega Obama o los reyes de España se reúnen con esa llamada sociedad civil, supuestamente independiente. Pero esta gente es independiente dependiente, responden a los intereses del régimen, ahí no vas a ver una obra políticamente incorrecta.
En cambio, nosotros tenemos ese ejercicio de resistencia letal que nos define y diferencia. Lo verdaderamente independiente en Cuba está marcado por un espacio de resistencia. Esto parecerá raro, pero yo pienso que cada vez que me reprimen es porque mi trabajo funciona. Fíjate, que a mí me detengan por días ya es parte del presupuesto, ya yo me organizo sabiendo que me detendrán días, es parte de la producción de la obra. Es muy traumático, el cuerpo lo sufre, pero si vivo en un régimen totalitario y no pasa eso, yo me siento mal.
Para mi salud, yo trato de vivir en un país normal y así comportarme, yo publico, anuncio, invito, y ellos llegan a cortarme manos y cabeza, no me dejan moverme, me desaparecen cuando viene algún político extranjero, preso, preso y preso. Yo he alcanzado a realizar performances y acciones con vigilancia 24x24, escapándome media hora, y ya cuando me atrapa la Seguridad del Estado yo estoy conforme. Ahora mismo estoy haciendo una obra que llevo casi un mes en ella, porque me detienen, me dejan dos días en la calle y es uno para descansar y otro para adelantar el trabajo, tengo que estar generando constantemente. Y al final, todo eso es parte de la desmitificación del sistema, la Seguridad del Estado se expone. Por eso yo pienso que hay que trabajar, trabajar y trabajar. Que la gente se dé cuenta que se pueden hacer cosas, quitarse de arriba el gran miedo al sistema.
S.A.: A propósito de esta recepción que comentas, ¿cómo ha sido la respuesta a tus acciones desde el gremio del arte cubano, de los que se asumen independientes, de los que coquetean con el status quo, de los más oficiales?
L.M.O.A.: Mira, es parte de mi carácter, de mi filosofía y de mi proyecto como activista y como artista, no espantar a la gente. Una de las cosas que pasa en la política cubana cuando un artista se mete en el mundo de la política, es que el régimen intenta alejarte de la gente. Yo desde un principio asumí que no, yo voy a todos los eventos, celebraciones, saludo a toda la farándula, estoy metido en todo. Yo siempre invito a que se acerquen al Museo de la Disidencia, a dialogar, a discutir, también a tomar ron. Yo soy un tipo común, normal. Mi experiencia personal con el gremio ha sido, yo diría 90% positiva, aunque no podemos obviar que vivimos en un país con mucho miedo y que yo también soy producto de todos esos años de represión.
Aunque el mundo del arte es muy complejo porque hay ego, hay necesidad de reconocimiento, envidias y competencias personales, nosotros logramos en la Bienal 00 reunir 170 artistas (120 cubanos y 50 extranjeros) que respondieran activamente y sin desconfianzas. Con estrategia, aguantando en momentos determinados, sabiendo comunicar, y también gracias a personajes claves como el Chino Novo, Henry Eric Hernández, Gerardo Mosquera, Tania Bruguera, Jorge Luis Marrero, Ernesto Oroza, Jorge Peré, Coco Fusco, entre otros, logramos que la gente confiara, que tuviera deseo por ese proyecto. Lograr aglutinar todo eso y que la gente apostara por eso, toda esa conjunción fue un trabajo de muchos meses, donde la gente venía a hablar contigo para cerciorarse de quién tú eras y no quién decían que eras.
Hay momentos donde hay tensiones, estamos viviendo en un régimen totalitario, presidiario, ellos tienen el poder de todo, tiene el poder sobre tu imaginario, decide qué es bueno y qué es malo, por eso te digo que la resistencia es difícil porque tienes que lidiar con toda una propaganda política en la televisión, en la prensa, controlan internet, todo esto contra tu alma, tu arte, tu carisma, tu persona. A mí me ha ido super bien porque al final ellos tienen el poder sobre todo menos sobre la mente y el corazón de uno. Por eso pienso que la reacción ha sido 90% positiva.
S.A.: Pero has despertado reacciones encontradas con tus últimos performances…
L.M.O.A.: Mi trabajo siempre va hacia empujar los límites, en El Museo de la Disidencia, en el performance “24 horas del mes de agosto con la bandera”, yo estoy consciente de eso. Pero la gente ha ido entendiendo mi trabajo poco a poco. Al final mi obra reacciona con las mentes víctimas del totalitarismo, somos fruto generacional de eso. Yo quiero que Cuba entre en el siglo XXI y la manera que tengo es poniendo en crisis todos los paradigmas, de un extremo al otro. El arte es lo que va a hacer que las mentes cambien, y que esto cambie. Poniéndome en crisis hasta a mí mismo, saliéndome de mi zona de confort, es parte de ese proceso. Pero fíjate que a mí me detuvieron con la bandera arriba, por ejemplo, y el challenge #LaBanderaEsDeTodos, donde cientos de personas se tomaron fotos en las redes con la bandera cubana en defensa mía, mostró que la gente sí se podía conectar, sí se podía unir.
S.A.: En Artista por Artista, el espacio de Carlos Garaicoa, decías la semana pasada que estábamos viviendo uno de los peores momentos en el arte cubano. ¿A qué te referías?
L.M.O.A.: Me refería al proceso cultural que hay en Cuba ahora mismo, que cada día está más paupérrimo. En los sesenta, ochenta, había debate, cultura, pasaban cosas que contenían cierto significado, de un bando o del otro, pero había músicos componiendo, gente escribiendo, engañada ahora en retrospectiva, pero la gente creía en eso porque había también una maquinaria propagandística inmensa, todo un país. Pero en esa imagen, incluso muchas veces no ética, había forma, mira el movimiento de la trova, había una efervescencia manipulada, pero en un espacio donde pasaban muchas cosas, se rompían paradigmas.
En los noventa también comienzan a haber procesos culturales interesantes. Fidel Castro te inventaba todos los días un cuento diferente y toda la dinámica política también generaba respuestas culturales de formas variadas, propaganda vs contracultura y todo eso era pensamiento. Ahora mismo no está pasando nada. Nadie quiere trabajar, hay una crisis de paradigma total, más que eso, hay una tremendísima crisis económica, crisis de instituciones, tú entras a las instituciones culturales y parecen cementerios. Los paradigmas cada día son más ‘durakos’: quieres parecerte a lo que está de éxito, quieres tener mujeres, éxito y dinero. Mientras que las posturas de reflexión se ponen crisis. Aquí en Cuba, ¿dónde nosotros vamos a publicar un texto que puedan leerlo, por ejemplo, los estudiantes del Instituto Superior de Arte?
El régimen sabe todo esto y lo aprovecha y tonifica todo el tiempo, nos quieren convertir en estúpidos, porque el régimen cierra todo, es que incluso periódicos oficialistas, que sí, eran todo propaganda, sistémicos, pero por ello generaban crítica y controversia, casi ni existen. A la par, el régimen usa el “acercamiento cultural” para legitimarse hacia afuera mientras hay gente presa, gente a la que le dan palos dentro. A eso me refiero con crisis cultural.
Pero por otro lado yo soy positivo, por ejemplo, se está fracturando una de las bases discursivas más importantes del régimen, aquello de “todos son uno”. Ahora mismo una cosa importante que está pasando es la articulación de la sociedad civil: feminismo, ambientalismo, LGBTI, arte político, la oposición, los jóvenes de las redes inalámbricas callejeras, los periodistas independientes. En Cuba la gente es muy valiente, aunque funciona por instinto. Aunque sigue siendo muy complejo sentarse con grupos con determinado interés, educarlos en una dirección o en otra. Nosotros hemos intentado muchas veces reunir algunas personas para dar algún curso, debatir un libro, ahí mismo nos circulan, nos caen arriba, nos cercan y no dejan ni que la gente llegue. Espectacularmente, así y todo, la gente está reuniéndose. Y yo creo que el arte debe tener una tajada en toda esa articulación política que está pasando en Cuba ahora mismo.
S.A.: ¿Hablarías de una primavera cubana?
L.M.O.A.: Yo creo que Cuba está cambiando mucho, con Internet sobre todo. Pero para hablar de una primavera hay que esperar que se genere el cambio. Yo veo ciertos tics que no sé si son errores del sistema o que realmente está cambiando, y si está cambiando tampoco sé para dónde. Estamos en medio de la caliente y es difícil arriesgar un criterio, no soy estadista. Preferiría, sin embargo, que fuera evolutivo, porque no creo que estemos preparados para un estallido social. Podría ser necesario, pero debería estar articulado con la sociedad civil. Yo creo que el estallido está ahí, que este es el momento, la gente está en la calle, pero eso es fácil, el tema es la articulación, y también los factores internacionales.
S.A.: ¿Qué crees que viene para Cuba, para el Movimiento San Isidro, para las personas involucradas en él y para ti?
L.M.O.A.: ¿Cómo veo la Cuba para nosotros? Trabajando. Yo soñaría una Cuba, si me preguntas, en un proceso de transición, invitando a todos los intelectuales, economistas, politólogos y políticos a trabajar dentro, en un régimen de transición real y de compromiso. Yo sí sueño con un país donde puedan regresar todos, donde se le pueda hacer un monumento a Celia Cruz. En este nivel de miseria cultural creo que tenemos que rescatar mucho para permitir que retorne todo ese capital intelectual nuestro, ojalá regresara Enrique del Risco, Rafael Rojas, Armando Chaguaceda, gente que quiere hacer cosas. Uno de los trabajos más eficientes que se están haciendo ahora mismo por Cuba es el trabajo intelectual. Cómo esa imagen de la Revolución exportada, la deconstrucción de ese mito que están haciendo Henry Eric Hernández, Claudia Mare, Rafael Rojas, los jóvenes del coloquio en México ¿60 años de qué?, el Programa Cuba de la Universidad Sergio Arboleda, todo eso es muy importante. Importante que la gente sepa de la Cuba real, que conozcan la Cuba totalitaria, la Cuba con represión, con feminicidios, la Cuba con violencia, que reconozcan eso a través de estos trabajos intelectuales, entrevistas, generando pensamiento, eso es super importante. Porque Cuba va mucho más allá de la bandera, del territorio, son las personas que la piensan, también con sus contradicciones, porque es que este país no ha descansado en ningún momento.
Yo soy finito, si el régimen no cambia, el cuerpo si aguanta bien, y ojalá, pero estoy listo para fracturarme también. Yo creo que conmigo podría incluso ser peor, mira lo que le hicieron a El Sexto, a Ángel Delgado, a Maykel Osorbo. Cuando Yanelys Núñez se queda en España, por ejemplo, yo fui parte de esa idea, porque ella estaba afectada psicológica y físicamente, y eso puede pasarle a cualquiera de nosotros. Igualmente, el Movimiento San Isidro podría fracturarse, pero ya queda como ejemplo de cómo hacer cosas de una manera nueva, de cómo empujar las cosas, de cómo visualizarse, de cómo llegar a los jóvenes.