TEMA: ARTE Y EXPRESIONES CULTURALES
Entrevista a Plinio Apuyuelo
El 19 de diciembre, el profesor Sergio Angel se reunió con Plinio Apuleyo Mendoza, escritor e intelectual colombiano que acompañó a Gabriel García Márquez en su Viaje por los países de Europa del Este y, además, vivió con él la llegada de Fidel Castro a La Habana. Durante un par de horas estuvieron charlando sobre el rumbo que tomó la Revolución, las reacciones de los escritores a partir de ella, y su propia vivencia y perspectiva de las ideologías. A continuación presentamos los apartes más relevantes de la entrevista.
Sergio Angel (S.A): Usted es uno de los intelectuales colombianos que más de cerca estuvo a la época de la Revolución; además, por su relación con Gabriel García Márquez (Gabo), también tuvo cierta relevancia mediática con Cuba y Fidel Castro. Desde su historia de vida, ¿cómo era el panorama de Cuba en ese momento? ¿Usted creyó en esa revolución?
Plinio Apuyuelo (P.A): Es una historia larga, yo estaba con Gabo en Paris y se nos ocurrió ir a visitar países socialistas. Eso fue antes del 57, cuando había dictaduras en Latinoamérica como las de Batista y Trujillo. Gabo estaba interesado en saber cómo era el socialismo y qué perspectivas tenía, entonces le propuse que fuéramos a visitar los países de Europa del Este en un automóvil que yo tenía. Visitamos la Alemania Oriental, Polonia, hasta llegar a la Unión Soviética, pero aunque íbamos con mucho entusiasmo, cuando llegamos nos encontramos con que la gente estaba deprimida. Todo lo que vimos inspiró a Gabo a escribir De viaje por los países socialistas. Luego del viaje yo me fui y lleve a Gabo a trabajar conmigo en Venezuela, tenía conexiones en ese país porque había dirigido la Revista Momento y mi padre vivía allá, sin embargo, aún teníamos la esperanza en la Revolución Cubana.
Y cuando Fidel llegó a La Habana estuvimos allí, alojados en un pueblo de Siberia, viendo todo en calidad de periodistas venezolanos. Tres días después de eso un amigo mío me dijo que un mexicano estaba buscando director para Prensa Latina, y aunque yo no creí mucho en esa propuesta, el tipo me dijo que tenía que buscar los personajes que iban a trabajar en la agencia y armar los equipos que necesitaba. Para sorpresa mía, ocho días después me llamaron y me dijeron que había un giro de la Habana a mi nombre con 20.000 dólares. Llamé a Gabo, nos pusimos a organizar a quien poníamos en cada puesto, y así comenzamos una labor que duró dos años. Yo iba a La Habana y él se quedaba en Bogotá, o viceversa, para cuidar la agencia. En uno de esos viajes conocí al director de la agencia, Ricardo Masetti, un periodista argentino que había ido a la Sierra Maestra a entrevistar a Fidel, y que atraído por lo que vió, se quedó combatiendo en la sierra. De los 140 periodistas que había en nuestra agencia en La Habana, 20 de ellos pertenecían al Partido Comunista, sin embargo, eran como nosotros y no tenían privilegios pues estábamos en el mismo sonar de la Revolución.
Pero un día iba caminando con Masetti, a eso de la 1 de la mañana, y vimos que en la agencia estaban las luces encendidas, subimos al tercer o cuarto piso de la agencia y ahí estaban los del Partido Comunista reunidos. Luego de que salimos, y que Masetti les reclamara estarse reuniendo aparte, me dijo que eso era para convencer al cuerpo directivo de dejarles la dirección de la Agencia, y que los iba a despedir. Tiempo después, mientras estaba en Colombia, Masseti comenzó a ser presionado a renunciar a la Agencia, y aunque cuando llegue a hablar con él a La Habana, él estaba convencido de que Fidel le apoyaba, días después él mismo pidió su renuncia y nombró a uno de los camaradas del partido, que estaban buscando su salida, como nuevo director. Así, y a pesar de haber pertenecido al Partido Comunista y a las juventudes del MRL aquí en Colombia, perdí la fe y dejé de ser visionario. Yo sí era de izquierda pero no fui nunca el gran defensor de la Revolución Cubana, pues ya había cambiado el rumbo de la Revolución.
S.A: Y antes de esa primera visita en la que van con Gabo en calidad de periodistas venezolanos ¿qué era lo que les hacía creer en la Revolución? ¿La promesa de un cambio social?
P.A: claro, lo mismo pasaba en Cuba. Cuando Fidel llegó a La Habana nos sentamos para ver la manifestación, y después de nuestra experiencia con el mundo socialista habían muchos testimonios de turistas que cuando llegaban se llevaban una sorpresa con lo que veían. Años después volví a París a una revista libre que agrupaba a muchos intelectuales del mundo entero incluso estaban Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar. A la casa editorial llegaban todos los escritores que vivían de eso, y que seguíamos apoyando la Revolución Cubana. Sin embargo, para ese entonces vino el problema de H. Padilla, él era muy amigo de Vargas Llosa y, por cuenta del régimen, fue puesto en la cárcel.
Su caso nos inquietó mucho, y con Vargas Llosa redactamos una carta para firmarla todos en favor de él; y aunque ya con Gabo había cierta distancia por el rumbo que había tomado la Revolución, yo lo busqué para que también firmara. Como Gabo no había aparecido al momento de enviar la carta, yo puse la firma de él bajo mi responsabilidad, pero la gran sorpresa fue que después él públicamente afirmó que no había firmado la carta, porque, a pesar de que sabía lo que estaba sucediendo con Padilla, no compartía muchas de sus posturas. Como él, Cortázar tampoco nunca firmó.
S.A: Plinio, después de ese momento inicial que nos relata, con la convicción profunda en los ideales de la Revolución, usted vuelve a Colombia y lo empiezan a catalogar como un intelectual de derecha, ¿Por qué ese giro?
P.A: El conocimiento inútil es lo que más abunda en el mundo, ahí están las ideologías de izquierda y derecha, que terminan convirtiéndose en trampas. Por eso uno debe apoyar proyectos concretos. Entre el error involuntario y el engaño deliberado se desploman numerosas verdades híbridas en las que ambos se mezclan. Se sabe qué lugar ocupan en nuestra mente, están entre el deseo de creer y la mala fe por la cual tomamos rumbo, y sobre todo, en nuestra capacidad para resolver lo misterioso de lo real. Eso son las ideologías, que son las que marcan los hechos cabales de nuestras convicciones. Uno debe mirar las cosas tal cual son, tanto si se es de derecha como de izquierda, porque las ideologías son una especie de máquina para elegir convicciones. En mi caso, no me siento ni de derecha ni de izquierda, porque, al fin y al cabo, la ideología es una construcción.