FORO CUBANO Vol 3, No. 22 – TEMA: ARTE Y LITERATURA –
INSTAR, un refugio para la ciudadanía y el arte independiente en Cuba
Por: Camila Ramírez Lobón*
Julio 2020
Vistas
*Camila R. Lobón (1995) Camagüey, Cuba. Artista visual, graduada de la Instituto Superior de Arte de La Habana (ISA). Coordinadora del Instituto de Artivismo Hannah Arendt.
Cuba es un país que sobrevive hace 60 años bajo un sistema totalitario que infundado en un mito nacionalista de soberanía y resistencia antiimperialista, sustenta al imaginario de la izquierda internacional, mientras confina la voluntad ciudadana al letargo de la supervivencia cotidiana ante la carencia de derechos. La libertad de expresión, en tanto pone en evidencia el descalabro político, económico, y cívico en que ha resultado la utopía revolucionaria, constituye una amenaza a la que el Estado cubano reacciona con la censura, el acoso, la criminalización y el exilio social de todo el que la practique. Muchos intelectuales y artistas, a quienes toca especialmente sentir y pensar la sociedad, han asumido estos riesgos conscientes de que solo el ejercicio constante de la crítica, la denuncia e iniciativas de gestión social autónomas, pueden subvertir la arbitrariedad del sistema.
Es el caso de Tania Bruguera y del “Instituto de Artivismo Hannah Arendt” o INSTAR, que fundó en su casa en 2017 y al que conocí en 2018, cuando invitó al escritor proscrito, maestro y amigo, Rafael Almanza, a impartir un taller sobre intelectualidad y civismo en Cuba. No dejo de recordar mi asombro durante aquella presentación, al girar la mirada a la azotea del edificio y encontrar unos hombres vestidos de civil, con postura marcial y walkie talkies en mano vigilando el encuentro.
A finales de ese mismo año volví a coincidir con Tania Bruguera en un juego de futbol (relectura del performance del 89, La plástica cubana se dedica al beisbol) que organizamos un numeroso grupo de artistas e intelectuales como gesto conclusivo de nuestros ignorados reclamos al gobierno y a las instituciones culturales cubanas por la derogación del Decreto Ley 349. Y a inicios de 2019, año en que me graduaba del Instituto Superior de Arte, Tania me propuso formar parte del equipo de trabajo de INSTAR, a lo que acepté encantada. Además de mi admiración y respeto hacia su obra, su claridad en la concepción del espacio como un refugio para la creación independiente, me atrapó de inmediato.
INSTAR es un hogar abierto a construir desde el diálogo, dinámicas de aprendizaje y pensamiento que refuercen las herramientas cívicas y creativas que requiere una sociedad más democrática e inclusiva. Se ha planteado, en un contexto en que son pocos y limitados los recursos, como una plataforma para empoderar y visibilizar voluntades creativas que generen micro espacios de justicia y bienestar social. Y en este sentido ha comenzado por convertirse en uno, siendo un proyecto sin fines de lucro, que mantiene un principio de trabajo inspirado en la horizontalidad, el consenso colectivo, la justicia laboral y la transparencia institucional. INSTAR se sustenta con un crowfunding que aunó en voluntades más de 900 nombres, entre los que figuran artistas como Marina Abramovic y el cubano Tomas Sánchez. Y es gracias a esos generosos esfuerzos y a las donaciones de Tania Bruguera por los ingresos de su trabajo como artista, que funciona el instituto, aunque el Estado diga, como suele hacer para desacreditar estas iniciativas autónomas, que trabajamos con fondos extranjeros que tributan a “intereses políticos injerencistas”. El instituto rinde cuentas públicas de sus ingresos y gastos, aun habitando en los resquicios de una legalidad que no reconoce la creación de fundaciones, asociaciones u organizaciones no gubernamentales, a la vez que no contempla dentro de las propias estatales estas políticas de trabajo.
El proyecto se ha ido articulando en sintonía con las discusiones más urgentes del contexto social y cultural. En 2019, comencé en el instituto en medio de la coordinación de ayudas y donaciones a comunidades afectadas en La Habana por el paso de un Tornado e iniciando el año, abrimos varios premios, asesorados y entregados por jurados cubanos e internacionales en cada materia. Desde 2017 se había abierto el Premio PM, para el fomento del cine y la producción audiovisual y a inicios de 2019 lanzamos un premio para la investigación histórica y otro para el periodismo investigativo. Abrimos también el programa de residencias Vita Activa, para financiar, y acompañar cada año a dos proyectos, uno artístico con incidencia social (en este caso un proyecto editorial independiente) y otro cívico enfocado en el trabajo comunitario (un proyecto pedagógico permacultural).
A la par de estos fondos nos mantuvimos realizando en la sede a lo largo de todo el año una muestra de audiovisuales, titulada Cine independiente-Cine Pendiente y un programa de talleres mensuales impartidos por intelectuales, artistas y activistas cubanos y extranjeros de referencia. Los talleres fueron concebidos como espacios pedagógicos de debate y socialización, para el ejercicio teórico y práctico, en los que se actualizaron discusiones sobre historia, derecho, justicia social, conflictos políticos globales, prácticas comunicativas y cívicas desde el arte, como herramientas para la resolución de conflictos, la sanación, y el consenso colectivo. La diversa lista de invitados se estrenó en junio, con Alen Michel Aguiló, historiador y abogado cubano y lo sucedieron Patrisse Cullors, artista estadounidense y fundadora de Black Lives Matter, Damon Turner, artista del hip hop y arquitecto cultural, Jamille Bigio y Eric Gottesman, también artistas y activistas norteamericanos, Henry Eric Hernández, artista visual e investigador cubano, el artista visual palestino Khaled Jarrar, la curadora griega Iliana Fokianaki, y el artista visual holandés Jonas Staal.
Ya que el estado teme a la libre asociación de conciencias direccionadas a la transformación social, INSTAR ha sido blanco de ataques del gobierno, en varias ocasiones y de diversas maneras. Pero mayormente enfocados en impedir que crezca como un núcleo de comunión ciudadana. Algunos de los eventos programados en la sede de INSTAR fueron saboteados por la seguridad del estado.
En octubre de 2019 sucedió cuando acogimos la iniciativa, coordinada por la profesora y activista cubana Omara Ruiz Urquiola de una jornada para la prevención contra el cáncer de mamas. Los pisos de la entrada y la galería del instituto, amanecieron días antes del evento, manchados por inyecciones de ácido, la cerradura de la puerta de entrada a la sede fue clausurada con un pedazo de metal, varios de los participantes del evento fueron sitiados en sus casas. En mi caso fui citada oficialmente para una entrevista de 3 horas en una estación de policías con dos mayores del Ministerio del Interior. De igual forma, los dos talleres programados para inicios del 2020, uno en enero con el fotorreportero y activista de Bangladesh Shahidul Alam y otro en febrero con el artista cubano Juan Sí González fueron obstaculizados.
Shahidul Alam fue detenido e interrogado a su entrada al aereopuerto. Los argumentos de los oficiales para desaconsejarle la presentación al día siguiente en INSTAR, fueron que no contaba con una visa oficial y que Tania era una agente de CIA. Recuerdo que esto último le causó particular gracia, ya que había padecido en su país la misma acusación por las agencias del gobierno. Agebtes de la seguridad y funcionarios del Ministerio de Cultura lo visitaron al día siguiente en el hotel donde se hospedaba, para proponerle un itinerario de visitas oficiales a espacios culturales institucionales al que finalmente se suscribió con su visa de turismo.
En el caso de Juan Sí González, se trataba de un artista cubano proscrito, fundador de Art- De, uno de los grupos artísticos más transgresores de la década del 80, cuyo activismo, performances, e intervenciones públicas, le valieron el aislamiento del gremio artístico, censuras, detenciones y amenazas por parte del estado, que lo forzaron a abandonar el país a principios de los 90 con el apoyo de Amnistía Internacional. Juan Si aún no había contado esta experiencia en Cuba y decidió hacerlo en INSTAR. La fascinación que experimenté al conocerlo, escuchar sobre su obra, e intercambiar experiencias sobre el contexto político y artístico cubano de los 80 y los 2000, le fue privada al gran grupo de colegas artistas, curadores y críticos, de su generación hasta la mía, que asistió a la presentación para reencontralo. La seguridad del estado lo detuvo, lo interrogó, montó vigilancia en la casa donde se hospedaba y lo amenazó con prohibirle la entrada al país.
Estas estrategias de control y desgaste, lejos afectar el proyecto, han servido para poner en perspectiva la pertinencia del instituto, que ha continuado trabajando y expandiéndose sistemáticamente.
Este año se abrió un espacio de recitales literarios titulado Lecturas en Tiempo y se proyecta un programa de archivos para el rescate de la memoria artística e intelectual marginada. Hemos apoyado y gestionado las campañas y protestas contra las arbitrariedades y violación de los derechos ciudadanos en Cuba. Durante la pandemia entregamos ayudas solidarias a los sectores más vulnerables de la vecindad del instituto y movimos nuestro trabajo hacia las redes. Recientemente también abrimos el Premio INSTAR, para dar reconocimiento, visibilidad y apoyo a las necesidades de trabajo de artistas y activistas cubanos, que han sostenido proyectos independientes de referencia para las generaciones futuras. Así, el instituto se va convirtiendo en un pequeño organismo para la regeneración de la memoria y el tejido social cubano.