FORO CUBANO Vol 4, No. 35 – TEMA: REFLEXIONES DE LA GUERRA FRÍA–
La Guerra Fría; su permanencia en Cuba
Por: Dimas Castellanos
Agosto 2021
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En la pugna por la hegemonía, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética llegaron a influir de manera contundente en América Latina. En el presente artículo se muestra el modo en el bloque soviético influyó sobre Cuba y extendiendo esta guerra hasta nuestros días.
Como resultado de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría influyó en los acontecimientos ocurridos en el mundo durante la segunda mitad del siglo XX. El caso de Cuba es un ejemplo ilustrativo. Aunque el gobierno cubano declaraba tener una posición propia entre los dos sistemas que se estaban discutiendo en el mundo, en realidad tomó partido al lado de Unión Soviética: uno de los dos grandes contendientes.
El término Guerra Fría -acuñado por el periodista Herbert B. Swope en 1947 y popularizado por otro periodista, Walter Lippmann- designa la pugna entre las dos superpotencias por la hegemonía mundial sin llegar al enfrentamiento directo. El concepto de "disuasión nuclear" -su eje básico- consistía en que una superpotencia se abstendría de agredir a otra, porque sería respondida con armas nucleares. Por tanto, era necesario igualar o superar al contrario en armamentos.
Con la victoria de los aliados y la derrota del eje fascista, las fronteras de Europa y Asia sufrieron cambios, el comunismo se desplazó con los tanques hacia Europa Oriental, Estados Unidos devino la principal potencia del orbe y surgió un mundo bipolar, la carrera armamentista y un nuevo orden internacional.
Si en la conferencia de Yalta (febrero de 1945), los aliados tenían objetivos comunes, cinco meses después, en la conferencia de Potsdam, se impusieron las diferencias que desembocaron en la ruptura. Entre 1946 y 1947 mientras Joseph Stalin subrayaba la imposibilidad de coexistencia entre los dos sistemas, Harry Truman promovía una política de contención del comunismo y Winston Churchill acuñaba el concepto de Telón de Acero para designar a la línea ideológica que separaba de Occidente a los países de Europa Oriental ocupados por los soviéticos.
Una manifestación de la contradicción se manifestó con el Plan Marshall, ofrecido por Estados Unidos a los estados europeos para evitar que la crisis posbélica condujera a los comunistas al poder, recibió por respuesta la creación de la Oficina de Información Comunista con el fin de coordinar y supeditar los partidos a las directrices soviéticas, acelerar el control sobre los países de Europa del Este y extender las ideas comunistas al resto del mundo.
Los acontecimientos se sucedieron uno tras otro. En 1949 la Unión Soviética construyó su bomba atómica; en 1952 los norteamericanos probaron su primera bomba H y los soviéticos lo hicieron al año siguiente. A finales de esa década entraron en escena los misiles balísticos, capaces de transportar la carga nuclear más lejos y más rápido, a la vez que los soviéticos lanzaron al espacio el Sputnik I, factible para lanzar misiles.
A la propuesta de aproximación, lanzada por el primer ministro soviético, el secretario de Estado norteamericano respondió con la teoría de la "represalia masiva": una forma extrema de disuasión. En 1959 Nikita Kruschev, en visita a Estados Unidos, firmó los acuerdos Camp David. Sin embargo, el derribo en 1960 de un avión espía norteamericano que violó el espacio aéreo soviético, avivó las tensiones.
El presidente John F. Kennedy sustituyó el concepto de "represalia masiva" por el de "respuesta flexible", es decir, responder proporcionalmente los medios empleados por sus rivales. Seguidamente se establecieron varios acuerdos. En 1963 se prohibió realizar pruebas nucleares en la superficie terrestre, los fondos marinos o la atmósfera y en 1968 se firmó el tratado de No Proliferación Nuclear, para evitar el acceso del arma atómica a los países que aún no la poseían; se firmó el Tratado SALT I de armas estratégicas, que limitó el número de misiles y de antimisiles de cada superpotencia. Sin embargo, en ese mismo período dos nuevos países ingresaron al club nuclear: Francia en 1961 y China en 1964.
En 1980, el presidente Ronald Reagan, partidario de la línea dura, inauguró la "Guerra de las Galaxias", para dotar a Estados Unidos de un escudo protector frente al ataque de misiles enemigos. Al asumir el poder en la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, en medio de una crisis económica que impedía enfrentar el desafío de la Guerra de las Galaxias, lanzó su política conocida como Nuevo Pensamiento, que incluía: desechar la lucha de clases como motor de la historia y elemento básico en las relaciones entre los dos sistemas; desideologizar la política exterior; crear un mundo global e interdependiente, en el que se prestaba importancia a los valores humanos; y en lugar de limitar los armamentos nucleares, apostó por el desarme. Resultados de esa política en 1987 se firmó el primer tratado de desarme nuclear, en 1988 se retiraron las tropas soviéticas de Afganistán y en 1990 se firmó el Tratado de Paz que dio nacimiento a la Alemania reunificada.
La Guerra Fría hizo acto de presencia en América y el Caribe. Estados Unidos intervino, directa o indirectamente en todos los países en que sus intereses peligraban y brindó apoyó a gobiernos militares y dictaduras para detener el avance del comunismo.
En Cuba el impacto fue mucho mayor. La nacionalización de las propiedades norteamericanas y la exportación de la revolución a otros países, generó un conflicto con Estados Unidos -en medio de la Guerra Fría- que sirvió de telón de fondo para barrer con la institucionalidad existente, solapar las ineficiencias y consolidar el modelo instaurado.
Washington suspendió la compra de azúcar y la venta de petróleo a Cuba, lo cual fue aprovechado por la Unión Soviética para ganar un aliado estratégico. En octubre el gobierno estadounidense impuso un embargo comercial parcial; en 1961 rompió las relaciones diplomáticas, preparó una fuerza de exiliados y apadrinó el desembarco por Bahía de Cochinos; en 1962 recrudeció el embargo, logró la expulsión de Cuba de la OEA y ordenó el bloqueo naval en respuesta a la instalación de misiles soviéticos de alcance medio en la Isla que provocó la "crisis de los misiles" o "crisis de octubre"[1], que colocó al mundo al borde de una conflagración nuclear de incalculables consecuencias, en la cual Cuba fue su epicentro.
En 1966 el Congreso norteamericano aprobó la Ley de Ajuste Cubano, para legalizar a los inmigrantes ilegales que alcanzaran sus playas. A principios de los años 70, durante la administración de Jimmy Carter, se realizaron conversaciones entre ambos gobiernos y en 1977 se establecieron las Secciones de Intereses en las respectivas capitales.
En esa década, con el apoyo soviético en armamentos, militares cubanos combatieron en países africanos como Angola y Etiopía[2]. En 1980 el gobierno estadounidense acusó a Cuba de ayudar a los rebeldes izquierdistas en El Salvador y Nicaragua y las tensiones aumentaron con la salida masiva de personas hacia las costas de Florida y en 1983 por la presencia cubana en Granada para construir un aeropuerto y apoyar a Maurice Bishop. En 1992 el embargo se reforzó con el Acta para la Democracia Cubana (Ley Torricelli). Y en 1994 se produjo un nuevo éxodo masivo: la crisis de los balseros que condujo a la firma de los segundos acuerdos sobre inmigración.
En 1996, el derribo de dos avionetas de la organización de exiliados Hermanos al Rescate por aviones de guerra cubanos, llevó al presidente Bill Clinton a firmar el Acta por la Libertad y la Democracia (Ley Hems-Burton). Y en 2004, George W. Bush restringió las visitas de cubano-americanos y limitó el envío de dinero. Y en su segundo mandato, dictó seis paquetes de modificaciones que ampliaron los permisos generales de viaje, ofreció facilidades comerciales a empresas privadas cubanas y a pequeños agricultores, acrecentó el monto de las remesas y donativos, expandió las exportaciones comerciales de bienes y servicios desde Estados Unidos, incrementó el acceso de Cuba a las comunicaciones, reanudó los servicios financieros a la Sección de Intereses y retiró a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo.
En resumen, las diez administraciones que ocuparon la Casa Blanca, desde Eisenhower hasta Bush, fracasaron en el intento de producir cambios en Cuba. La administración de Obama trazó una nueva política. El 14 de agosto de 2015 se reabrieron las embajadas (el hecho de mayor trascendencia política en Cuba desde 1959), y los días 21 y 22 de marzo de 2016 arribó a Cuba en visita oficial.
Con excepción de la base naval de Guantánamo, el resto de las demandas del gobierno cubano tienen su origen en la confrontación que siguió a la ruptura de las relaciones diplomáticas. Por tanto, el exigir con los mismos métodos, significa continuar -fuera de tiempo y lugar- inmerso en la Guerra Fría. Acerca de la exigencia cubana de primero eliminar el embargo, el presidente Obama, el 28 de septiembre, en el discurso ante la ONU, dijo: "nos ocuparemos de esos asuntos mediante las relaciones diplomáticas y mayor comercio y relaciones de persona a persona. A medida que estos contactos generen progreso, tengo confianza en que nuestro Congreso levantará inevitablemente un embargo que ya no debería estar en vigencia."
Las negociaciones no arrojaron resultados porque faltó la voluntad política del gobierno cubano para liberar las fuerzas productivas y restituir las libertades ciudadanas. La oportunidad desaprovechada por la parte cubana fue el principal argumento de la administración de Donald Trump y la causa de que el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden no esté dispuesto a flexibilizar las medidas estadounidenses sin señales claras del gobierno de la isla. Ello explica que la Guerra Fría, desaparecida, al inicio de la década de los noventa, continúe su presencia en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
[1] En octubre de 1962, yo, Dimas Castellanos, ocupaba el cargo de secretario organizador de la UJC en la antigua provincia de Oriente. Ante la crisis, la provincia se dividió en norte y sur, yo fui designado secretario de la UJC en la parte Norte. Es significativo que la mayoría de nosotros no teníamos una idea clara del peligro que representaba una guerra nuclear, como no la tenía la gran mayoría de los cubanos.
[2] Yo, Dimas Castellanos, fui uno de los soldados artilleros que participó en la guerra de Etiopía.