TEMA: LIBERTADES CIVILES
La máscara contrahecha del autoritarismo caribeño
Por: Lynn Cruz
Mayo 2020
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A los cubanos hoy nos han dado un número telefónico, el 106, y nos han dicho: “Si ves que tu vecino roba o desvía recursos, por favor denúncialo”. El 106 es el número de la policía. Es curioso porque el robo en Cuba ha sido enmascarado bajo el eufemismo: “lucha”. Al carnicero le llega el pollo del mes a la bodega de racionamiento, pero siempre le falta una ración por cada caja. El carnicero no dice nada a sus proveedores porque sabe que en su lugar se ha congelado agua para compensar el peso. Esto ocurre todos los meses. Y así sucede en las panaderías con la harina y el aceite que luego vemos que le falta al pan. En los almacenes estatales de materiales para la construcción se trafica con los productos. En los mercados de monedas libremente convertibles se negocian las mercancías que escasean, los trabajadores se las venden por un precio más alto al sector privado. En los hospitales se mercadea con las placas, jeringuillas y hasta con la sangre de los donantes voluntarios. La corrupción se institucionalizó, de modo que el pueblo fuera cómplice de cuanta arbitrariedad determinara el autoritarismo cubano.
El sistema emplea todas sus energías en sobrevivir y reorganizarse. Cada vez que enfrenta una crisis financiera aguda, (tal y como está sucediendo con la falta de liquidez y los retrasos con los pagos de sus deudas externas) es cuando se torna más peligroso. Se ha reseteado en cada década, luego de las grandes crisis que concluyeron en éxodos masivos como El Mariel en 1980, los balseros en 1994 y los cubanos varados en Centroamérica en 2015. Al parecer el de Camarioca en 1961 marcó tendencia. En la década del 70, del siglo pasado, acontecieron las UMAP, que fueron campos estalinistas para concentrar a los homosexuales, testigos de Jehová, artistas e intelectuales que resultaran incómodos. La diferencia con el momento presente es que los cubanos por primera vez después de 1959 no tienen quién les garantice papeles ni los favorezca como perseguidos políticos. Entonces, las medidas internas se tornan más severas porque el poder en Cuba actúa desde el miedo. Como no tiene recursos para engañar o confundir más al pueblo, lo que le queda es castigar.
"en los almacenes estatales de materiales para la construcción se trafica con los productos"
Durante la crisis sanitaria que ha provocado la pandemia del Sars-covid 2, y aprovechando que casi ningún gobierno ha quedado ileso, las autoridades cubanas recrudecen la represión. Hay algo perturbador y que ha llamado mi atención, si en 1989 se televisaron los juicios de generales y militares de altos rangos, ahora el punto de mira es el pueblo. O sea, todo allá arriba, como decimos los cubanos, está bajo control, el problema ahora son los de abajo. Recientemente se difundió por la pantalla chica el juicio por revender papas, de Lisnay Mederos Torres, una bodeguera que en pleno siglo XXI ha sido condenada por esa razón y, además, fue abochornada públicamente. Fue una gran farsa donde la acusada se declaró culpable cuando en realidad ha sido víctima de la manipulación del Estado y de los legisladores que pretendieron severidad y lógica ante semejante representación del grotesco, especialmente porque su salario es de 250 pesos cubanos, equivalentes a menos de 10 dólares estadounidenses.
¿Cómo se sentirán las familias de estas personas que han sido expuestas? A los dueños de negocios privados y sus proveedores que, sin haber sido procesados, son sometidos a una experiencia deshumanizante. Esto es un ejercicio premeditado de escarmiento público. Recientemente y después de las protestas en las redes se ha puesto en televisión una especie de mea culpa donde el Tribunal Supremo Popular les aclara a los periodistas que ese procedimiento, en efecto, no es legal. Por un lado, me gusta que nuestras opiniones en las redes sociales sean tomadas en cuenta, por otra parte, me preocupa el recrudecimiento de la represión contra activistas y periodistas independientes. Hace unos días, al prisionero de conciencia Silverio Portal lo dejaron ciego de un ojo tras una golpiza en prisión. Se desconoce sobre su estado actual de salud puesto que tanto las autoridades como los medios estatales han hecho silencio. La noticia del abuso llegó a través de otro hombre privado de libertad que hizo una llamada telefónica a la esposa de Portal. Luego, y probablemente ante los reclamos de los medios independientes que forzaron a las autoridades a reaccionar, el mismo hombre contó que a Portal le abrieron una causa. Esto reafirma que hubo paliza, pero no se tiene la versión directa de los hechos. Dentro de la prisión de conciencia a Portal, le han quitado su voz.
Asimismo, se encuentra el periodista independiente Roberto Quiñones, que cumple una condena de un año. Keylilli de la Mora, activista de la UNPACU, que dirige el prisionero político José Daniel Ferrer, cumplirá un año y seis meses en prisión. Los cargos presentados contra ella son “Propagación de pandemia”, además de antisocial y otras acusaciones absurdas que ponen de manifiesto la arbitrariedad del sistema judicial cubano. En el caso de Ferrer, la excarcelación y posterior condena en su domicilio constituyen las pruebas de las manipulaciones respecto a esta injusticia que llegó a trascender las fronteras de la isla.
Un buen ejercicio de memoria sería realizar un análisis de los prisioneros políticos y de conciencia que han sido detenidos antes de que explotaran las crisis, porque la severidad ejercida contra ellos probablemente constituya un antecedente importante de esas “recurrentes catarsis políticas”. La estrategia de siempre es el agotamiento. Se trata de cansar a los que luchan, desacreditarlos, aniquilarlos de la vida cívica, social y laboral para que no quede otra alternativa que el exilio. Que parezca que estás en un país nuevo aunque sigas bajo el mismo régimen con las mismas estrategias durante estos 61 años. Es increíble, pero funciona, no sé si por el aislamiento o por el carácter de los cubanos que usan el choteo como forma de defensa y, de alguna manera, se termina minimizando la tragedia. Como dijo Hannah Arendt: “Solo el bien puede ser radical, la naturaleza del mal es banal”. Es justo allí cuando el totalitarismo ha triunfado, cuando todo lo que importa, los derechos, la integridad, y los valores se convierten en algo trivial.
"sería realizar un análisis de los prisioneros políticos y de conciencia que han sido detenidos antes de que explotaran las crisis, porque la severidad ejercida contra ellos probablemente constituya un antecedente importante de esas “recurrentes catarsis políticas” "
Cuando no interesa que en un convenio internacional un médico reciba sólo el 25 por ciento del salario acordado. O cuando el Estado se atribuye el pago de la salud pública, siendo las misiones médicas la segunda entrada de divisas al país. Es el propio personal sanitario el que la sostiene con ese 75 por ciento que les ha quitado el Estado. O cuando te dicen que Miami es la peste, pero la primera entrada de divisas al país proviene de las remesas, especialmente de los Estados Unidos. O cuando ves lo arbitrario del 10 por ciento de gravamen que el gobierno le aplica al dólar estadounidense. O cuando la empresa totalitaria de comunicaciones Etecsa te acusa de mercenario por demandar que bajen los precios de internet, sencillamente porque están diseñados para otra economía, la de los cubanos que viven fuera. O cuando te dan la comida en las bodegas de racionamiento, subvencionada, pero el sector privado y el estatal (cuando ingresa divisas) tienen que pagar impuestos. La sociedad cubana termina padeciendo un capitalismo miserable bajo el influjo de un Estado que vampiriza a sus ciudadanos, dónde solo tienes deberes, pero ningún derecho, porque la salud pública funciona cuando no existen problemas serios como cirugías o cáncer. Los salarios de los médicos en Cuba siguen siendo insuficientes de modo que tienes que recurrir el soborno. Permanecer como estudiante en el nivel superior tiene el precio de la obediencia ciega, porque si asomas la cabeza y eres crítico corres el riesgo de ser expulsado. Los campesinos terminaron siendo usufructuarios de la corporación Estado, pero nunca dueños ni de sus tierras ni de sus cosechas. Entonces solo me resta decir que hace 10 años habría tenido muchas cosas que salvar. La Revolución ha dado su giro de 180 grados, de modo que estamos en el mismo punto donde se originó, sólo que ya no somos los mismos.